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Ante la multiplicidad de religiones en la actualidad, no es sorprendente que muchas personas se hagan esta pregunta. La situacion religiosa actual es confusa y no contribuye a que depositemos nuestra confianza en ningún movimiento en particular. ¿Será posible que todas las iglesias afirmen ser la verdadera? Obviamente no todas la pueden ser y de este dilema nace la presente confusión que aleja a muchas personas de la posibilidad de practicar una religión.¿Donde buscar la respuesta?
Para poder responder a dudas de cualquier índole, ante todo es necesario decidir cuáles son las fuentes pertinentes de información que consideramos valideras y aceptables. En el caso del mundo denominado “cristiano”, la mayoría de las iglesias pretenden remontarse a un inicio común, pocos días después del ministerio terrenal de Jesús. Ya que este período se relata únicamente en el Nuevo Testamento, es en este documento donde podemos esperar encontrar una fuente de información fidedigna. Es allí, entonces, donde iremos para buscar datos acerca de la posibilidad de una “iglesia verdadera”.
La iglesia que construye Jesús
Consideremos primeramente estas palabras claves de Jesús: “Sobre esta piedra construiré mi Iglesia” (Mateo 16.18). Jesús hace esta promesa después de escuchar la declaración del apóstol Pedro quien lo acaba de reconocer como el Mesías, el Cristo (Mateo 16.15-16). Nos enteramos, pues, que Jesús, como Mesías, pensaba construir su iglesia; entonces parece lógico pensar que “la suya” debe ser la “verdadera”. Ahora, como segundo paso, buscaremos en el contexto original del evangelio de Mateo para entender qué es lo que Él quiso decir con esta frase, “sobre esta piedra construiré mi iglesia”. Hoy vamos a considerar el significado de la palabra “iglesia”; en la siguiente entrega de este blog, las palabras “piedra” y “construir”.
Una asamblea que incluso puede recordar la de una ciudad-estado
¿Qué significa para Mateo la palabra “iglesia”? En primer lugar, es necesario tomar en cuenta que Mateo, aunque escribe en griego, frecuentemente comunica conceptos hebraicos. El sentido básico en griego de la palabra “iglesia”, ekklesía, es reunión o asamblea. ¿Encontramos esta idea aquí? ¿“Construiré mi iglesia” puede de alguna manera significar “construiré mi asamblea”? ¿Y en esta frase se encuentra algún elemento subyacente del mundo hebraico del autor?
En primer lugar es necesario destacar que Mateo ,cuando escribe, alude permanentemente al Antiguo Testamento, puesto que se dirige en primera instancia a un público judío. En en la época del Nuevo Testamento, el judaísmo se había dispersado por todo el mundo mediterráneo; por esa razón Mateo escribe en griego, el idioma internacional. Con frecuencia él expresa sus ideas en términos empleados en la traducción al griego de las Escrituras Hebreas realizada unos dos siglos antes de Cristo, la “Septuaginta”. En esta versión del Antiguo Testamento la palabra “Iglesia” (ekklesía) se usa como cien veces para referirse a la “congregación” de Israel, reflejando la idea helenísta de la asamblea de los ciudadanos de una ciudad-estado.
Congregados para reconocer al Mesías
Específicamente, la Septuaginta usa ekklesía en pasajes como Jueces 20.2 para hablar de “la asamblea del pueblo de Dios”. En esta instancia todo el pueblo de Israel se ha reunido para buscar la voluntad de Dios ante una crisis nacional. Trasferido este ejemplo al contexto del evangelio de Mateo 16.18, “iglesia” puede entenderse, entonces, como todo el pueblo de Dios convocado ante Jesús para reconocer su autoridad como Mesías, el Cristo, así como recién lo ha hecho el apóstol Pedro (Mateo 16.15-16). El Pueblo de Dios del Antiguo Testamento será ahora el Pueblo del Mesías, es decir: la congregación reunida delante de Emanuel, “Dios con nosotros” (Mateo 1.23).
Iglesia, pueblo, discípulos…
Este “pueblo”, la Iglesia, reunida en reconocimiento del Mesías, será fruto de la misión mesiánica: “salvar a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1.21). Al final de Mateo, Jesús en vez de llamar a los integrantes de este pueblo, “mi Iglesia”, se refiere a ellos como “mis discipulos” (Mateo 28.18-20). Cuando Jesús habla en primera persona, encontramos “mi Iglesia”, “mis discípulos”; cuando se habla de Él en tercera persona, leemos “su pueblo”. El pronombre posesivo se repite en los tres casos, la iglesia, el pueblo, los discípulos: las tres agrupaciones son suyas y se refieren a lo mismo. La iglesia que construirá Jesús, será su pueblo, sus discípulos: congregados en reconocimiento de su autoridad. A diferencia del pueblo de Dios del Antiguo Testamento, Jesús determina que “sus” discípulos sean no solamente de Israel, sino más bien de “todas las naciones” (Mateo 28.18).
Así que, la congregación del pueblo de Dios, en el evangelio de Mateo, es la asamblea, la iglesia del Mesías, el Cristo, y ya no es de una sola nación, Israel. Está compuesta de personas de todas las naciones a quiénes el Mesías salva de sus pecados. Sobre esta salvación, hemos hablado anteriormente en la serie, “¿Qué debo hacer para ser salvo?”, a la cual remitimos al lector.
En la próxima entrega consideraremos las palabras “construir” y “piedra” en la frase de Jesús, “Sobre esta piedra construiré mi iglesia”.
¡Agradecemos a Juan Carlos y a Yamil por la pregunta que motivó esta serie!