Repaso de la entrada anterior

En la entrada anterior vimos que la veracidad del relato del viaje y naufragio de Pablo (en el capítulo 27 del Libro de los Hechos de los Apóstoles) fue confirmada en el siglo XIX por medio de las investigaciones de James Smith. Este erudito bíblico, quien a la vez era navegante de oficio, comparó los detalles del viaje y naufragio relatados en Los Hechos, con lo que él pudo averiguar acerca de las condiciones meteorológicas que solían regir en el siglo primero en el Mediterráneo, además del transporte marítimo, el comercio y las costumbres de la época. Las coincidencias entre las conclusiones de Smith y el relato de Lucas son llamativas y convincentes en cuanto a la veracidad del Libro de los Hechos (véase la entrada anterior ). 

Otra investigación que nosotros mismos podemos hacer 

Sin menospreciar el valor del trabajo exhaustivo que realizó Smith en su época, podemos hacer algo similar sin necesidad de ir al Mediterráneo. No necesitamos más que un Nuevo Testamento o una Biblia. Aquí encontramos en el capítulo 20 de El Libro de los Hechos las palabras del Apóstol Pablo dirigidas a los ancianos de la iglesia de Éfeso, quienes fueron a despedirse de él en la ciudad de Mileto (Hechos 20.17-38). Veremos que hay una manera sencilla de constatar si Lucas realmente registró lo que Pablo les comunicó en esta despedida. 

El discurso del apóstol Pablo en Mileto tiene la particularidad de ser el único dirigido a cristianos en El Libro de los Hechos. Los demás discursos en esta obra, incluyendo los de Pablo mismo, son mayormente defensas del evangelio frente a públicos que sabían poco o nada  acerca de Jesús. Por eso todos los discursos, excepto este, hablan de la muerte de Jesús, su entierro y su resurrección conforme a los planes de Dios. Se remiten a profecías del Antiguo Testamento para confirmar que Jesús es el Mesías prometido, el que debía morir por los pecados de los hombres y resucitar de entre los muertos trayendo el perdón de los pecados, prometiendo la salvación eterna frente al juicio venidero en el fin del mundo. La mayoría de los discursos de Los Hechos instan a los oyentes a arrepentirse de sus pecados y bautizarse para aceptar a Jesús como su Salvador y Señor, siguiéndole a Él de ahí en adelante hacia una nueva forma de vida (ver por ejemplo, Hechos capítulos 2, 3, 7, 13, 17.1-3). 

¿Cómo son las palabras de Pablo al dirigirse a otros cristianos?

En cambio, cuando Pablo se despide de los ancianos de Éfeso, a diferencia de los demás discursos en Los Hechos, no encontramos ninguno de estos temas recurrentes en los otros discursos. ¿Por qué? Simplemente porque en este discurso, a diferencia de todos los demás, él se dirige a otros hermanos de la fe en Jesús, a otros cristianos. Con estos hombres Pablo es mucho más personal, abre su corazón, así como suele hacerlo en sus epístolas destinadas a iglesias y allegados cristianos. No es sorprendente, entonces que una comparación de la despedida a los ancianos de Éfeso y las epístolas de Pablo revele notables coincidencias. 

¿Cuáles son algunos de los puntos en común entre la despedida en Mileto y las epístolas paulinas?

  • Pablo les recuerda en Hechos 20.18, 31 y 34 cómo se ha portado entre ellos (comparar con 1 Tesalonicenses 1.5).
  • Por medio de su propio ejemplo, en el 20.19 él recomienda la humildad a estos dirigentes (comparar con Efesios 4.2, Filipenses 2.3-4).
  • Habla en Hechos 20.19, 31 acerca de las lágrimas que él ha derramado como consecuencia de su ministerio (2 Corintios 2.4; Filipenses 3.18).
  • En Hechos 20.21 Pablo afirma que su prédica es tanto a los judíos como a los griegos (Romanos 1.16 es solo uno de muchos posibles ejemplos). Insta a ambos sectores de sus destinatarios a un sano arrepentimiento (cambio de actitud) con respecto a Dios (2 Corintios 7.9b, Romanos 2.4), junto con la fe (Efesios 1.15, Colosenses 1.4; 1 Timoteo 3.13). 
  • En Hechos 20.24 Pablo habla de “terminar su carrera” (ver 2 Timoteo 4.7). En el mismo sentido, él ha comparado su servicio cristiano como el entrenamiento de un deportista para una carrera (1 Corintios 9.24-27). 
  • El “evangelio de la gracia” (Hechos 20.4) recuerda el papel principal que desempeña la gracia de Dios en la presentación del evangelio en epístolas como Romanos y Efesios
  • En Hechos 20.33 el apóstol habla de la manera en que él ha trabajo con las manos, para no ser una carga a nadie (1 Corintios 9.12, 2 Corintios 7.2, 11.9, 12.17, 2 Tesalonicenses 3.7-10). Por medio del trabajo es posible generar ingresos para ayudar a los necesitados, aconseja Pablo en el 20.35 (Efesios 4.28). 
  • En Hechos 20.31 hace referencia a la constancia de su propio trabajo, “día y noche”. (2 Tesalonicenses 3.8).
  • Habla en Hechos 20.29 de los “lobos feroces”, los falsos maestros, que intentarán acabar con la iglesia de Éfeso (1 Timoteo 1.3-7, 4.1-5).
  • En Hechos 20.28 habla de “la iglesia de Dios” (1 Corintios 15.9, Gálatas 1.13) y se refiere a sus dirigentes como “obispos” (Filipenses 1.1, 1 Timoteo 3.2, Tito 1.7).
  • La relación cercana entre Pablo y los cristianos de Éfeso produce una despedida emotiva en el 20.37 (2 Timoteo 1.4).

Otra prueba de la precisión de Lucas como escritor

La comunicación del Apóstol Pablo cuando habla en persona con otros cristianos (como en este discurso en Mileto) o cuando les escribe en sus epístolas, es de una misma temática y tiene un común estilo. En estos casos las palabras tan personales de Pablo nacen de una fe compartida; provienen de una hermandad experimentada, algunas veces por tiempos prolongados.  Incluso en algunos casos Pablo escribe, o habla, a personas con quienes ha convivido. Por lo tanto, no es sorprendente que Pablo se despida de los ancianos de Éfeso de una manera tan parecida a la que él demuestra cuando se dirige a las iglesias o a personas cercanas como Timoteo, Tito o Filemón. ¿Qué importancia tienen estas coincidencias entre las palabras de Pablo en el discurso a los ancianos de la iglesia de Éfeso y la manera en que él se expresa en sus epístolas?  Esta llamativa similitud indica que Lucas ha registrado con precisión el discurso de Pablo en Mileto. Podemos concluir firmemente que Lucas ha resumido el discurso de Pablo en Mileto como un buen cronista, incorporando matices y palabras pronunciadas por el apóstol mismo en aquel momento. Este narrador relata lo que él mismo presenció al estar en la despedida en Mileto. Igual que en el ejemplo del relato del viaje y naufragio en el capítulo 27 , otra vez podemos distinguir la precisión y el esmero de este escritor cuando comunica los sucesos relatados en Los Hechos de los Apóstoles.

Leemos con confianza los otros discursos en Los Hechos 

De la misma manera, en los demás discursos de este libro, en los cuales los apóstoles y evangelistas anuncian a un público no cristiano la salvación de parte de Dios, ¿no podemos confiar en que Lucas también transmitió lo que en su momento realmente se promulgó? Después de la comparación que acabamos de hacer, con mayor seguridad podemos recurrir a los demás discursos de Los Hechos, para constatar el testimonio de los primeros testigos de los eventos relacionados con Jesús. Al tomar conciencia de la exactitud con la cual Lucas escribía, podemos leer los demás discursos apostólicos con mayor razón, los cuales Lucas ha cuidadosamente investigado y relatado. De esta manera, por ejemplo, podemos saber que la promesa universal de salvación que los testigos apostólicos anunciaron es vigente hasta el día de hoy. Así se afirma en el primer discurso del libro, pronunciado siete semanas después de la resurrección de Jesús. En esta prédica inicial fue el Apóstol Pedro quien predicó a los peregrinos judíos reunidos en Jerusalén. Incluye una promesa universal “para ustedes, para sus hijos y para todos los que Dios quiera llamar”. Al finalizar el primer discurso registrado en Los Hechos de los Apóstoles, Pedro hace hincapié en la crucifixión, entierro y resurrección de Jesús, y concluye de la siguiente manera: 

“Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo». Al oír esto, conmovidos profundamente, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: «Hermanos, ¿qué haremos?». Entonces Pedro les dijo: «Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo.Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame». Y Pedro, con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: «Sean salvos de esta perversa generación».  (Hechos 2.36-40). 

La promesa sigue vigente

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Nuevamente agradecemos al grupo hogareño de la Iglesia de Cristo de Caballito que motivó estas dos entregas sobre El Libro de Los Hechos

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