Parte 2: ¿Cómo puedo empezar a leer la Biblia? Con respecto a la interpretación…

Parte 2: ¿Cómo puedo empezar a leer la Biblia? Con respecto a la interpretación…

Después de publicar la primera parte de esta serie de entregas, un lector nos cuestionó si los cursos gratuitos que ofrecemos pretendían interpretar correctamente la Biblia. También él afirmó que las Escrituras no son de “interprepación privada”;  sino que más bien hacía falta que alguna autoridad apostólica facilitara una correcta interpretación de ellas.

Consideramos que nadie puede estar seguro de interpretar correctamente la Biblia; ni siquiera a través los los cursos que promocionamos (aunque hagamos todo lo posible para lograr eso). Conociendo esta dificultad, llegado el momento de la interpretación, necesitamos recurrir a ciertos criterios: 

Tener una mente crítica.

En primer lugar, uno debe ser como los oyentes de la sinagoga de ciudad Berea, quienes “examinaban todos los días las Escrituras para verificar la exactitud de lo que oían” (Hechos 17.11, Libro del Pueblo de Dios). Otras traducciones dicen que “escudriñaban” o “estudiaban” diariamente las Escrituras para verificar si era verdad lo que escuchaban. Fundamental, entonces, es tener una mente crítica. 

Fijarse en el contexto.

¿Que quiere decir nuestro lector con la idea que “las Escrituras no son de interpretación privada”? Él podría estar aludiendo a una cita del apóstol Pedro: 

20 Pero antes que nada deben entender esto: Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21 porque la profecía nunca estuvo bajo el control de la voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron bajo el control del Espíritu Santo.

2 Pedro 1.20-21, Nueva Versión Internacional

Con una primera lectura de este versículo, pensaremos tal vez que las palabras “interpretación privada” pueden entenderse de dos maneras: refiriéndose por un lado a la interpretación del lector de las Escrituras, y por otro a la de su autor. Consideremos cada una de ellas a continuación.

Si se refiere a la interpretación del lector, quiere decir que nadie que quiera leer la Biblia puede interpretarla correctamente por su cuenta. Haría falta alguna autoridad más bien “apóstolica” que sí sería capaz de interpretarla de una manera definitiva. Esta es la manera en que la Iglesia Católica tradicionalmente ha interpretado estas palabras de Pedro. Solamente la Iglesia podría explicar lo que dice la Biblia, según esta manera de entender el versículo. 

 Sin embargo, la segunda posible opción de “interpretación privada” tendría más que ver con la intención de los autores de las Escrituras en el contexto espacio temporal en el cual las redactaban. Solo tenemos que seguir leyendo en el siguiente versículo (21) para saber que el autor humano no está expresando su interpretación de la realidad; sino sencillamente comunicando en sus palabras lo que recibió por medio del Espíritu Santo. De esto se trata justamente la inspiración. Lo que escribe, no es una interpretación “privada” de parte del autor; es más bien la Palabra de Dios lo que él transmite. 

¿Una autoridad apostólica es necesaria para interpretar?

Utilizando una “mente crítica” y “guiándonos por el contexto” en este ejemplo podemos afirmar que en el pasaje citado, el apóstol Pedro utilizaba las palabras “interpretación privada” para afirmar que los profetas del Antiguo Testamento no comunicaban su propio parecer con respecto a la verdad, sino más bien la Palabra de Dios.  ¿Pero qué pasaría si convertimos al mismo autor inspirado en lector? Es decir, un profeta u otro autor inspirado, además de contar con la inspiración para escribir, ¿puede valerse de la misma capacidad sobrenatural para interpretar lo que otro escribe? En la misma epístola el apóstol Pedro nos ayuda a contestar esta pregunta. 

15 Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. 16 En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición.

17 Así que ustedes, queridos hermanos, puesto que ya saben esto de antemano, manténganse alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, pierdan la estabilidad y caigan.

2 Pedro 3.15-17, Nueva Versión Internacional 

De esta cita podemos deducir que:

  • Tanto el apóstol Pedro como el apóstol Pablo escribían acerca de “la salvación”, tema fundamental del Nuevo Testamento.1
  • El apóstol Pablo escribía con la “sabiduría que Dios le da”. Es decir, era inspirado, igual que los profetas del Antiguo Testamento anteriormente mencionados. Jesús había dicho a los apóstoles que el Espíritu Santo iba a guiarlos a “toda la verdad” (Juan 16.13).
  • Por más que escribían los dos apóstoles sobre un mismo tema, Pedro encontraban que los escritos de Pablo tenían algunos puntos difíciles de entender. Es decir, a un apóstol inspirado le costaba interpretar a otro. 
  • Pedro insta a sus lectores a “mantenerse despierto” y no permitir que falsos maestros los convenzan con una versión tergiversada de las enseñanzas apostólicas. 
  • Los falsos maestros a los que Pedro refiere son “libertinos”, es evidente que los principios morales particulares influyen en como se entiende y transmite alguna enseñanza de la Biblia.

Si Pedro siendo apóstol encontraba que ciertos escritos del apóstol Pablo tenía “puntos difíciles de entender”, ¿por qué pensaríamos que alguna autoridad “apostólica” moderna podría garantizar una interpretación acertada de la Biblia? La inspiración divina es lo que guiaba al autor profético o apostólico cuando escribía, pero no es tan evidente que la misma inspiración lo dirigía en el momento de interpretar lo que otro autor inspirado había escrito.

Por otro lado, es claro el consejo inspirado que Pedro escribe aquí: “mantenerse despierto” a la hora de interpretar. Pueden abundar interpretaciones de personas “ignorantes y inconstantes”, e incluso falsos maestros que tergiversan el sentido de las Escrituras. ¿Cómo entonces “mantenerse despierto” para la tarea de interpretar correctamente la Palabra de Dios? ¿No estaremos más prevenidos y preparados para interpretar si desarrollamos criterios como los de “tener una mente crítica” y “fijarse en el contexto”? ¿No es importante cuidar nuestro comportamiento moral, ya que influye sobre cómo interpretamos todo lo que entra en nuestra mente? Si Dios inspiró a los autores bíblicos para comunicarse con los hombres, somos capaces, y hasta responsables, de intentar entenderla correctamente.

Queremos agradecer a Manuel por llamarnos la atención respecto a este tema, ya que nos motiva a meditar aun más sobre cómo empezar a leer la Biblia.

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