Si me aman, obedecerán mis mandamientos. Le pediré al Padre y les dará otro Consejero para que esté siempre con ustedes: El Consejero es el Espíritu de la verdad.
El mundo no lo puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes lo conocen porque vive con ustedes y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos; volveré a ustedes.  Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes me verán. Ustedes vivirán porque yo vivo. Ese día, ustedes sabrán que yo estoy en el Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes. El que realmente me ama conoce mis mandamientos y los obedece. Mi Padre amará al que me ame, y yo también lo amaré y me mostraré a él. (Juan 14.15-21)
Vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado a ustedes. Y les aseguro que yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. (Mateo 28.19-20)
Ya que después de un lapso de varias semanas solamente ahora se continua con la respuesta a la pregunta acerca de la iglesia verdadera, es conveniente repasar las partes 1, 2, 3, 4 antes de leer la siguiente entrega. Si no, podría resultar difícil seguir los conceptos aquí expresados. ​ Retomando ideas anteriores… Hemos visto que según lo que enseña Jesús en el evangelio de Mateo, su iglesia se “construye” de personas que aceptan el compromiso de aprender a obedecer sus enseñanzas. El compara tales personas con un hombre sensato que construye su casa sobre una roca. Así como una vivienda con buenos cimientos resiste las embestidas de las inundaciones, la persona que construye su vida sobre las enseñanzas de Jesus es un ser humano fuerte, capaz de enfrentar las pruebas de la vida (Mateo 7.24-28, refiriéndose a las enseñanzas en los capítulos 5 al 7 de Mateo). De manera que cuando el Señor Jesús habla de “construir su iglesia”, se refiere a una comunidad de personas quienes a su vez también construyen: edifican sus vidas sobre las sólidas enseñanzas de Jesús. Aceptan participar del proceso de “aprender a obedecer” todo lo que Jesús ordenó. Lo que les lleva a tomar semejante decisión, y mantenerla, es lo que debemos empezar a considerar de aquí en más.¿Qué plan tenía Jesús en mente para la construcción de su Iglesia?  La palabras finales que Jesús transmite a sus apóstoles en este evangelio incluyen, a la vez, su última orden:

Así Mateo decide cerrar su evangelio, por más que sabe que después de pronunciar esta palabras, Jesús asciende al cielo (Lucas 24.50-53; Hechos 1.1-11). Allí se encuentra ahora, reinando sobre su Iglesia, la cual espera su venida gloriosa al final de los tiempos. Sin embargo, Mateo nos describe a un Señor presente con su pueblo “hasta el fin del mundo”. ¿De qué manera está presente? ¿Y que implica esta presencia, la cual es imprescindible para la construcción de su Iglesia? Jesús, presente con sus discípulos.  Podría resultar desmoralizador para este pequeño grupo de apóstoles pensar que deberán emprender solos la misión de hacer discípulos de todas las naciones. Pero estos once hombres saben que cuentan con el hecho de que su Señor estará presente con ellos. No lo podrán ver físicamente, pero la noche de la Última Cena Jesús ya les preparó a sus apóstoles para su partida. Les prometió enviar a Otro en su lugar. Ese Otro es el Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad. Jesús lo llamó “otro consejero” quién vendría en su lugar, y les explicó a los apóstoles que por medio de este otro Consejero, Jesús estaría con ellos. Así Jesús explica la misión del Espíritu Santo, el que hace posible que Jesús mismo esté espiritualmente presente con sus discípulos. Leamos estas palabras que Jesús compartió con ellos la noche de la Última Cena. De paso, vemos que la obediencia, que apareció en la cita que acabamos de ver, “enseñándoles a obedecer todo lo que yo les mandé”, nace de una relación de amor.
Una misma orden con dos pasos. La última orden que dejó Jesús que vimos en Mateo 28.18-20, la de hacer discípulos, consta de dos pasos: 1) el bautismo cristiano y 2) el enseñar a obedecer “todo lo que Él mandó” a los apóstoles, los primeros discípulos. En otras entregas vamos a seguir analizando estas dos facetas de la construcción de la Iglesia de Jesús. Primero, es necesario entender que “bautizarse” proviene de una palabra griega que significa “sumergirse”; a su vez, “bautismo” significa en griego “inmersión”. En segundo lugar, dentro de “todo lo que Él mandó” no hay que olvidar esta última orden: ir y hacer discípulos, bautizando y enseñando. Es decir, parte del proceso de aprender a ser discípulo de Jesús es la obediencia en cuanto a la formación de otros para ser discípulos de Jesús. En ese proceso Él está presente “hasta el fin del mundo”. Así que actualmente los discípulos de Cristo estamos en una vida de aprendizaje, a la cual invitamos a otros a acompañarnos. Y tenemos la seguridad de que en este proceso Jesús está presente con nosotros y con los que decidan aceptar seguirle por medio de el bautismo luego de un arrepentimiento sincero, y el aprendizaje en cuanto a la obediencia. Se trata de un plan de construcción en cadena de una comunidad, la Iglesia, que se irá formando hasta que Jesús vuelva al fin del mundo.Ya que el primer paso para hacerse discípulo es bautizarse (y luego aprender a obedecer todo lo que Jesús ordenó), es importante preguntarnos ¿qué significado tiene el bautismo en la iglesia que Jesús construye? Sobre esto empezaremos a investigar en la próxima entrega de «preguntas y respuestas». ​

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