La primera de las siete bienaventuranzas del Apocalisis se encuentra casi al principio del libro: “Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 1.3, NBLA)

En esta oportunidad vamos a deternernos a pensar en la segunda bienaventuranza del Apocalipsis, la que comienza con las palabras: 

Bienaventurados los que mueren en el Señor…”.

¿Qué significa morir “en el Señor”?

“Morir ‘en el Señor’ ” quizás suene extraño a nuestros oídos. ¿De que manera se diferencia “morir en el Señor” de simplemente “morir”? Para contestar esta pregunta nos ayudará entender un matiz del griego koiné en el cual se escribió el Apocalipsis y el resto del Nuevo Testamento. La preposición griega “en” (ἐν) a simple vista pareciera ser idéntica a la “en” del idioma español. No obstante, al traducirla, según el contexto en que se emplea, no siempre transmite la misma idea.

Por ejemplo, especialmente en los escritos de dos autores neotestamentarios, los apóstoles Juan y Pablo, “en” (ἐν) delante de un objeto personal denota una relación cercana con una persona de más poder.1 Evidentemente éste es el caso de la frase “en el Señor”, donde “el Señor” es la persona predominante en una relación.No tenemos este uso de “en” en castellano. Veamos ejemplos en los escritos de los dos apóstoles mencionados. 

“En Cristo” en los escritos de Pablo. 

Los que están “en Cristo” son los que tienen una relación con Cristo, es decir, los cristianos2. El objeto de “en” es Cristo, quien predomina en la relación. La relación con Jesús como Señor es tan fuerte que “el que está en Cristo es una nueva criatura” (2 Corintios 5.17). El aspecto relacional de ἐν (en) se comunica en la versión “Palabra de Dios para todos” por medio de la frase “unido a”. .

17Si alguien está unido a Cristo, hay una nueva creación. Lo viejo ha desaparecido y todo queda renovado. (PDT)

La Traducción al Lenguaje Actual traduce de una manera parecida:

17 Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación (TLA).

Pabla escribe sobre los “muertos en el Señor”.

Así como Juan habla de la bienaventuranza de los que “mueren en el Señor”, Pablo escribe acerca de “los muertos en Cristo” en 1 Tesalonicenses 4.16, donde él se refiere a los que han sido fieles hasta la muerte en su relación con Jesús como su Señor:

Resucitarán en primer lugar los que murieron unidos a Cristo

(La Palabra Hispanoamerica) 

Seguramente la esperanza de la resurrección final para los que mueren “en el Señor”, nace de una relación con Cristo que existe a partir de la conversión a lo largo de la vida terrenal. La persona que se  se mantiene fiel en esta relación con el Señor, recibirá la “corona de la vida”: 

“Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida”

(Apocalipsis 2.10)

Veamos como los escritos de Pablo recure a al uso de “en” antes de un objeto personal. En Filipenses 4.13 en la afirmación, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, Pablo quiere decir que gracias a su relación con Cristo, él recibe fuerza para enfrentar todas las circunstancias. Nuevamente el objeto de “en”, Cristo, es el que predomina en la relación. Él le da fuerzas a Pablo de una manera que nadie más podría hacerlo. La “Traducción en lenguaje actual” parafrasea:

“Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones”. 

¿Cuándo inicia una persona su relación “en” Cristo?

Es decir, ¿cuándo “se une a Él”?

En los escritos paulinos la relación comienza en el momento de experimentar el bautismo cristiano. En la epístola a los Romanos capítulo 6, Pablo enseña acerca del bautismo, el cual no puede considerarse como tal a menos que la persona que se bautiza crea (Romanos 6.8)3, es decir, a menos que deposite su fe en el hecho de que Jesús murió y resucitó. “Creyendo” así, con semejante fe y confianza4 el pecador arrepentido podrá recibir el perdón de sus pecados al bautizarse (Hechos 2.38-29, Romanos 6.8). El apóstol Pedro previamente había afirmado que esta promesa es para que “todos los que el Señor quiera llamar”; es decir, es universal (Hechos 2.39). No obstante, para percibir un llamado es necesario poseer raciocinio, ser capaz de creer y arrepentirse (Hechos 2.38). En Romanos Pablo explica que después de bautizarse el nuevo cristiano anda en “novedad” de vida (Romanos 6.4), es decir, tiene una nueva vida eterna “en Cristo Jesús Nuestro Señor”(Romanos 6.23, versión NBLA). En este versículo el aspecto de “relación” a veces inherente a ἐν (traducido aquí como “en”) se expresa como “en unión con” en algunas traducciones contemporáneas. 

El pecado da como pago la muerte, pero Dios da como regalo la vida eterna en unión con nuestro Señor Jesucristo.

(Romanos 6.23, Palabra de Dios para todos).

El pago que da el pecado es la muerte, pero el don de Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús, nuestro Señor.

(Romanos 6.23, Dios habla hoy). 

Recordemos que el objeto de “en” suele ser la persona dominante en la relación. En este caso, se refiere a “Cristo Jesús, nuestro Señor”. Él es el que predomina en la persona que anda en “novedad” de vida luego de bautizarse, y con mucha razón merece el título de “Nuestro Señor”. A diferencia de su forma de vivir antes del bautismo, el Señor debe ser el que manda en la vida del cristiano. Este cambio en la vida se describe como “andar en novedad de vida” por medio de la fe (Romanos 6.8). 

“En mí” en el evangelio de Juan. 

En el evangelio de Juan capítulo 15 este apóstol describe la relación entre Jesús y sus discípulos comparándola con la que existe entre una parra y sus ramas. Si los discípulos “permanecen en Él” (15.2) como Él permanece en ellos” darán mucho fruto. Aquí, como en toda relación, hay un aspecto mutuo (15.4: “en mí” …. “en ustedes”), pero es evidente que el de más poder en la relación es Jesús: Sin Él, “nada pueden hacer”.

Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.

(Juan 15.4, Libro del Pueblo de Dios)

Aquí el verbo “permanecer” resalta la idea de “permanencia” que es inherente a una relación. Nuevamente, “en” + objeto se traduce con la frase “unidos a” en algunas versiones modernas dinámicas:

Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí. (Juan 15.4, Dos habla hoy).

Si ustedes se mantienen unidos a mí, yo me mantendré unido a ustedes. Ya saben que una rama no puede producir uvas si no se mantiene unida a la planta. Del mismo modo, ustedes no podrán hacer nada si no se mantienen unidos a mí. (Juan 15.4, Traducción al lenguaje actual). 

La fidelidad en la relación es también inherente: “Separados de mí, nada pueden hacer” (Juan 15.5, Nueva Biblia de las Americas). 

Si una de mis ramas no da uvas, mi Padre la corta; pero limpia las ramas que dan fruto para que den más fruto. (Juan 15.2).

“Morir en el Señor” en Apocalipsis 14.3

Tomando estos ejemplos de los escritos del apóstol Pablo y del evangelio del apóstol Juan, podemos afirmar que “morir en el Señor” significa llegar hasta el momento de la muerte física manteniendo intacta la fe o la fidelidad a Jesús como el Señor. Así como Jesús lo expresa en Apocalipsis 2.10: “sé fiel hasta la muerte y recibirás la corona de la vida”. Aquí “fiel” traduce el adjetivo “πιστός” (pistós = fiel) que corresponde al verbo (pisteō) mencionado anteriormente. Significa que la persona sigue siendo “fiel” al Señor, sigue confiando en Él y vive en una relación de obediente confianza con Él como su Señor. Esta persona recibirá la “corona de la vida”. Aquí “corona” es la del círculo trenzado de hojas de olivo que colocaban sobre la cabeza del que ganaba una carrera. 

Empecemos una vida nueva con Jesús como Nuestro Señor.

Si usted se ha bautizado para unirse con Jesús por medio de la fe (Colosenses 2.12-13), ha comenzado la vida eterna. Pablo llama al acto del bautismo cristiano como el momento en que uno “se reviste” de Cristo. 

“….se han revestido de la nueva naturaleza: la del nuevo hombre, que se va renovando a imagen de Dios, su Creador, para llegar a conocerlo plenamente» (Colosenses 3.10)

Cualquier cristiano continuamente está en la necesidad de renovar la relación que empezó con Jesús el día en el cual se bautizó con fe y arrepentimiento para unirse con Él. Durante toda la vida terrenal vamos aprendiendo lo que significa vivir en una relación con Jesús como Nuestro Señor. La importante es siempre renovar la relación, seguir creciendo y confiando en Él más y más hasta el final.

Seguiremos en la próxima entrega.

Hoy hemos pensado en la primera parte de esta segunda bienaventuranza en el Apocalipsis.

Entonces oí una voz del cielo que decía:

“Escribe: ‘Bienaventurados los muertos

que de aquí en adelante mueren en el Señor’ ”. 

En nuestro próximo entrega, pensaremos acerca de la segunda parte de esta bendición, la respuesta que da el Espíritu Santo. 

  “Sí”, dice el Espíritu, “para que descansen de sus trabajos, porque sus obras van con ellos».

Muchas gracias por acompañarnos. Los esperamos para seguir viendo la segunda bienaventuranza en el Apocalipsis. 

Agradecemos a Carlos por motivar esta entrega. 

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