Según el código civil argentino
En las últimas décadas, hemos vivido cambios sociales vertiginosos en la Argentina en cuanto a lo que constituye el matrimonio. Desde la primera unión civil en el 2003 hasta el casamiento de un legislador bonaerense con otro varón bajo la figura del “matrimonio igualitario” en abril del 2019 las relaciones de pareja entre personas del mismo sexo han ganado terreno y legitimidad. Cuestionarlas se considera -con cada vez más frecuencia- discriminatorio y hasta ilegal en algunas circunstancias. Incluso se ha legislado que en los casamientos civiles en la Argentina ya no se habla de “hombre y mujer”, sino de “contrayentes” sin especificar el sexo de las personas que contraen matrimonio.
Esta práctica actual contrasta marcadamente con el concepto heterosexual tradicional judeocristiano del matrimonio. Podríamos preguntarnos… ¿no podrían ambos paradigmas convivir? ¿No apunta lo “igualitario” a lo que es justo y deseable? ¿Cómo podría considerarse como ilegítima una unión entre dos seres humanos conscientes y responsables de sus propias elecciones? ¿Quién decide en cuanto a lo que constituye la legitimidad en la relación de pareja?
¿Cómo se establece un paradigma en cuanto a lo que es aceptable o legítimo en una relación de pareja?
“Legítimo” significa en primer lugar legal, conforme a las leyes. No obstante, según la RAE también puede significar: “cierto, genuino y verdadero en cualquier línea”, es decir, no solamente en el ámbito de las leyes. Si bien los gobiernos establecen la legitimidad en muchos aspectos, en otros ámbitos la práctica determina lo que es normal y aceptable, dicho de otro modo, lo que es “legítimo”. Tanto en las leyes como en la práctica, en los últimos tiempos hemos visto el cambio en cuanto a la definición del matrimonio. No sería nada sorprendente si en el futuro se modificara aún más. Por otra parte, dentro de la sociedad, lo que es “legítimo” en el matrimonio según las leyes, sigue encontrando rechazo de parte de algunos ciudadanos que podrían considerarse como reaccionarios. De la misma manera, si uno se remontara casi dos milenios atrás, a un primer momento de la enseñanza cristiana sobre la legitimidad en las relaciones de pareja, podríamos notar que también apareció en un ámbito que le era hostil. ¿Cómo surgió? En su momento, ¿cómo estableció su legitimidad? ¿Cómo pasó a ser algo aceptable en un segmento de la cultura grecorromana del primer siglo d.C.?
Obsesionados por la legitimidad en el mundo clásico
Refiriéndose a la cultura helénica clásica, el autor Harper afirma que los “varones griegos estaban obsesionados por la cuestión de la legitimidad” 1. La solución de la sociedad era definir bajo qué condiciones una mujer era “libre”, i.e. una candidata aceptable para casarse y tener hijos “legítimos” quienes podrían heredar. Las mujeres en condiciones de casarse y las esposas eran libres, honorables. En cambio, prostitutas, esclavas y cortesanas no lo eran. Lejos de ser mal visto en la sociedad, recurrir a mujeres que no eran libres para satisfacerse sexualmente era una manera aceptable de evitar la violación de mujeres honorables, libres. El honor de las mujeres libres debía mantenerse para proteger la legitimidad.
Verticalidad en la sexualidad
Las relaciones sexuales solían ser verticalistas; es decir, para satisfacerse sexualmente la persona con más poder tenía libre acceso al cuerpo de la persona de menos poder. La esclavitud, que desempeñaba un papel importante, es tal vez donde más se evidenciaba este aspecto verticalista de la sexualidad en la sociedad. El amo tenía poder sobre el cuerpo de sus esclavos: hombres o mujeres.
En la sociedad romana, la mujer libre pasaba de la sujeción al padre a la del marido. “Jamás, mientras sobreviven los hombres, desaparece la sujeción femenina; ellas mismas aborrecen la libertad producida por la pérdida de su padre o maridos”2 según el historiador romano Tito Livio. 3
La “legitimidad” en una relación de pareja en la sociedad grecorromana clásica, se establecía con otras normas que la sociedad argentina del siglo veintiuno en gran medida no comparte. Por lo menos en lo que concierne a las leyes, la sociedad contemporánea es más igualitaria. Sin embargo, en tiempos de la cultura clásica se introdujo otra cosmovisión que definía de otra manera la legitimidad en la relación de pareja. Veremos en la próxima entrega lo que sucedió cuando los parámetros del cristianismo en cuanto a la pareja llegan por primera vez al mundo clásico.
Agradecemos a Nicole por haber motivado el comienzo de la respuesta a esta pregunta.