¿Cómo podemos los seres limitados conocer a Aquel que no tiene límites?

¿Cómo podemos los seres limitados conocer a Aquel que no tiene límites?

En su descripción de la creación, el apóstol Pablo incluye “el presente, lo futuro, lo alto y lo profundo” (Romanos 8.38-39). Es decir, el tiempo (el presente y lo futuro) y el espacio (lo alto y lo profundo) son elementos creados, así como lo somos nosotros los seres humanos. 

En la misma cita, Pablo revela que nada de lo creado puede separar del amor de Dios a uno de sus hijos adoptados. Es aquí donde el apóstol incluye el espacio y el tiempo entre los elementos de la creación. En la mente y obra de Dios, Él elige “antes de la creación del mundo” a los que salvará por medio de Cristo (Efesios 1.3ss). Es decir: en la mente de Dios, que no conoce límites de tiempo y espacio, se encuentra la muerte y resurrección de Jesús como ser humano antes de que existiera la humanidad. ¿Podemos los seres temporales realmente entender el marco atemporal en el cual ocurre esto?

Estos escritos del apóstol Paglo significan que “antes” de la existencia de la primera pareja, quienes darían paso a la rebeldía humana contra Dios, Dios efectúa la solución para esta rebeldía. Ahora bien, esta preposición “antes” es temporal y seguramente como tal es un limitante para que entendamos la mente divina atemporal. Para nosotros, seres creados limitados por el espacio y el tiempo, nos resulta imposible captar la atemporalidad de Dios, aunque sí podemos saber que existe aquello que no somos capaces de entender.

El apóstol Juan fue otro autor bíblico que comunicó parte de la revelación de cómo es Dios, diciendo que el Logos1estaba en el principio con Dios y era Dios (Juan 1.1). Sin embargo: “el Logos se hizo carne” (Juan 1.14); i.e. se hizo material, se limitó al tiempo y al espacio. En palabras del apóstol Pablo, “Se vació a sí mismo” (traducción literal de Filipenses 2.7). Siendo Dios, se hizo un Siervo del Padre (Filipenses 2.2). “Nadie ha visto jamás a Dios; el. Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer” (Juan 1.18, versión Dios habla hoy). 

En la Biblia el Creador revela aspectos de sí mismo a los seres humanos que Él creó. En el planeta donde vivimos, la tierra, este libro es la manera en que Él se comunica por escrito con los hombres. En las “Lecciones sobre el libro que presenta a Cristo”, podemos contemplar distintas facetas de Dios que la Biblia da a conocer. Incluso es posible saber lo que Dios reveló acerca de empezar y mantener una relación eterna con Él. Estas lecciones están disponibles en el campus virtual, en el cual es posible registrarse gratuitamente en el siguiente enlace: aula.bibliayteologia.org. En este campus son gratuitos el registrarse y todo el material de estudio, el que es posible bajar en formato PDF e imprimir. Además, en forma presencial es posible acceder a las mismas lecciones contactándose con la Iglesia de Cristo de Caballito (consultas@iglesiadecristo.org.ar). Nos reunimos los domingos a las 10:30 en Bacacay 989, esquina Repetto en Buenos Aires, Argentina (TE 4431-8749).

Una guerra cósmica y terrenal. 

Una guerra cósmica y terrenal. 

¿Quiénes son el diablo y sus huestes?

La visión apocalíptica del Apóstol Juan registra una guerra en el cielo. El arcángel Miguel y sus ángeles luchan contra el diablo y sus huestes diabólicas y los vencen. No obstante, antes de ser derrotado, con su cola el gran dragón rojo arrastra una tercera parte de las estrellas y las arroja sobre la tierra. Según Apocalipsis 1.20, las estrellas mencionadas en el Apocalipsis a veces representan ángeles; estos astros podrían ser ángeles caídos, arrojados a la tierra por Satanás. Él los convence para no reconocer su debido lugar como seres creados, y unirse a la rebelión contra Dios. Un punto culminante de esta guerra cósmica se alcanza cuando el diablo y sus ángeles son expulsados del cielo y arrojados a la tierra. Aquí luchan contra los cristianos: “los que guardan los mandamientos de Dios y son fieles al testimonio de Jesús” (Apocalipsis 12.7-17). 

¿Qué quieren lograr el diablo y sus ángeles?

El versículo citado, Apocalipsis12.9, es clave para entender quién es el diablo y cómo obra. En el Apocalipsis está representado primeramente como un gran dragón rojo, una versión posterior de la “serpiente antigua”. Así se alude a la serpiente mencionada en el capítulo 3 del Génesis quien en la remota antigüedad, en el Jardín de Edén engañó a la primera pareja. Tentó a Adán y Eva con la posibilidad de conocer el bien y el mal. De hecho ellos obtuvieron dicho conocimiento pero no de la manera que pensaban. Al desobedecer a Dios, pecaron y efectivamente así supieron lo que es el mal, recibiendo como consecuencia el castigo: fueron alejados de la presencia de Dios, convirtiéndose en seres mortales. Esta primera intervención del diablo en la historia humana, poseyendo a una serpiente y hablando por medio de ella, anticipa otro episodio de posesión animal, el de los cerdos en Marcos capítulo 5. En este caso Jesús permite a una legión de demonios salir de un hombre poseído y entrar en una manada de puercos, llevándolos al suicidio. Para lograr sus fines puede representarse de muchas maneras, no solamente como una serpiente, incluso disfrazándose como “ángel de luz” (2 Corintios 11.14). Destinados al castigo eterno, los demonios buscan atormentar a entes vivos, conduciéndolos si es posible a la muerte. El diablo intenta “engañar al mundo entero” con fines nefastos. Jesús reveló que Satanás recurría a la mentira para lograr que Adán y Eva desobedecieran a Dios, quebrando su relación con el Creador. Al distanciarse espiritualmente de Dios, se convirtieron en seres mortales. Llegaron a ser pecadores, muriendo espiritualmente en el momento de pecar, aunque físicamente todavía estaban vivos.

Asesino y ¨padre de la mentira¨

segunda mentira era , llamándolo el «padre de la mentira». (Juan 8.44). Por medio de la mentira él logró que Adán y Eva perdieran su condición inmortal, muriendo espiritualmente en el momento de pecar, y destinándose a perder también la vida física. El quiere que los demás seres creados desobedezcan la voluntad divina, pierdan la vida eterna y se destinen a la estar lejos de Dios durante la eternidad. Esta es la razón por la cual Jesús se hizo humano. Filipenses 2.7 dice que Él se “vació a sí mismo” (Filipenses 2), para hacerse hombre. Convertido en un ser mortal, murió y resucitó para deshacer el poder del diablo:

Refiriéndose al momento en que el diablo engañó a la primera pareja, induciéndoles a pecar, Jesús dijo que por medio del engañó el diablo se convirtió en «asesino» de Adán y Eva. Jesús afirma que cuando el diablo miente, habla de una manera que es característica de él, ya que es el ¨padre de la mentira.¨ Además, Jesús relacionó las mentiras que la primera pareja decidieron creer con el hecho de que el diablo es un «asesino». ¿De qué manera se puede decir que él ¨asesinó¨ a Adán y Eva? Simplemente induciéndoles a creer mentiras. En primer lugar al afirmar que no morirían si desobedecían a Dios, el diablo les mintió. Es más, al afirmar que no morirían, él da a entender que Dios Mismo les mintió cuando dijo que sí morirían si comían del árbol del conocimiento del bien y del malo. Es más, el diablo les sugiere que Dios quería privar a los seres humanos del conocimiento del bien y del mal para que no llegaran a ser como Él. Es decir, les da a entender que Dios quería privarles de algo que los beneficiaría: el poder distinguir entre el bien y el mal. Es decir, sembró dudas con respecto a las intenciones de Dios. El engañó del diablo consistía en contradecir directamente a Dios y tratar de confianza en Él. Seguramente, si Eva hubiera elegido no hacerle caso al diablo, negándose a comer del fruto prohibido, hubiera por primera ver distinguido el mal como tal. Podría haber compartido este conocimiento con su marido. Sin cometer e mal, hubieran aprendido a reconocerlo. Lamentablemente para ellos, y para nosotros, conocieron el mal al cometerlo, desobedeciendo a Dios. Un solo ser humano fue capaz de no desconfiar de Dios y hacer su voluntad en todas as circustancia, Jesús: ¨ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado» (Hebreos 4.15). Puesto que Jesús no cometió pecado, no estaba bajo la condena de muerte que los demás seres humanos recibimos cuando llegamos a la edad de distinguir entre el bien y el mal y elegimos pecar. En ese momento morimos espiritualmente. Jesús en cambió con su muerte en la cruz, asumió el pago de nuestros pecados, la muerte. «El pago del pecado es la muerte pero el don de Dios es vida eterna en unión con Jesucristo, Nuestro Señor» (Romanos 6.23). La muerte física de Jesús y su resurrección pueden restaurar la vida eterna a las personas que deciden seguirlo como Señor.

Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, también Jesús participó de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo. (Hebreos 2.14)

¿Qué revela el significado del nombre del diablo acerca de su naturaleza?

El hecho de referirse al diablo como Satanás revela una idiosincracia propia del estilo de Juan cuando escribe el Apocalipsis. Suele señalar a los personajes maléficos con sus nombres en griego y en hebreo. En este caso “Diablo” (en griego) significa el que ama chismes maliciosos; “Satanás” (en hebreo) quiere decir el que acusa. Ambos nombres apuntan a un ser que habla mal de los demás. En este papel Satanás aparece por primera vez en la Biblia como un ángel acusador que no puede encontrar falla alguna en el justo Job de la antigüedad. Asimismo, en el libro de Zacarías, acusa al sumo sacerdote Josué de sus pecados. En esta instancia el ángel del Señor reprende a Satanás, diciendo que los pecados de Zacarías han sido perdonados: él era como un “tizón arrebatado del fuego” (Zacarías 3.2). De la misma manera, cuando el Acusador señala los pecados de los cristianos, ellos pueden confiar en tres armas para neutralizar las acusaciones satánicas (ver Apocalipsis 12.11):

  1. la sangre del Cordero, Jesús, el Hijo de Dios.
  2. la palabra de su testimonio, es decir el hecho de compartir las buenas noticias acerca de Jesús en palabras y hechos con los demás.
  3. el no amar sus vidas tanto que no aceptan dar la vida por Jesús.

Hay momentos en la historia de la fe en los cuales los cristianos literalmente han dado la vida por Jesús. Asimismo en los evangelios, el Señor da a entender que cuando uno sus discípulos se niegan a sí mismo para hacer la voluntad de Jesús de cierta manera pierden la vida por su causa. 

Esta tres armas seguirán derrotando al diablo hasta que el Señor Jesús vuelva en el día del juicio final.

Los invitamos a leer otras notas de bibliayteologia.org.

Brindamos nuestra aula virtual a todos los que nunca leyeron la Biblia y quieren saber de qué se trata.  Según Efesios 6.17, a palabra de Dios es la «espada del Espíritu Santo» para combatir al diablo y sus huestes. Para que más personas puedan conocer esta arma espiritual ofrecemos en esta aula virtual dos cursos completamente gratuitos para empezar a conocer los escritos de la Biblia. Registrarse y estudiar gratuitamente en aula.bibliayteologia.org.

consultas@bibliayteologia.org

Cursos Online

Si te interesa aprender más acerca de la Biblia, te invitamos a nuestros cursos online disponibles a continuación.

Parte 1, ¿“Los Hechos de los Apóstoles” es un relato fidedigno? James Smith y el “Viaje y Naufragio de San Pablo”

Parte 1, ¿“Los Hechos de los Apóstoles” es un relato fidedigno? James Smith y el “Viaje y Naufragio de San Pablo”

En el siglo XIX un experimentado marinero, llamado James Smith, decidió investigar la exactitud de la información de Lucas sobre el viaje del apóstol Pablo y su naufragio en la isla de Malta, relatado en el libro de Los Hechos de los Apóstoles. El señor Smith además de su experiencia marinera, fue presidente de la Sociedad de Arqueología de Glasgow (Escocia) y biblista. Se valió de estas tres áreas de conocimiento para sus investigaciones de los eventos que el evangelista Lucas describe en Hechos, capítulo 27. El libro que Smith escribió se llama “The Voyage and Shipwreck of St. Paul2 (El viaje y naufragio de San Pablo), fue publicado por primera vez en 1848 y en cuanto a investigaciones de la exactitud de este relato de Lucas, no ha sido superada hasta el día de hoy. 

¿Cuál fue la metodología de Smith?

Este investigador tomó en cuenta diferentes factores, como el clima del Mediterráneo en la época en que el apóstol Pablo y sus compañeros fueron llevados a bordo de la nave que naufragó en la Isla de Malta. Partiendo del relato de Lucas, Smith consideró asimismo el tipo de nave que se utilizó (un barco granero procedente de Alejandría en Egipto), los vientos de aquella época del año (casi invierno), las corrientes marinas de la zona, el peso de la carga de trigo que transportaba el barco, la probabilidad de tormentas y la distancia de la costa de Malta cuando los pasajeros podrían haber escuchado el oleaje. Es decir, consideró los factores a su disposición y decidió que desde el comienzo de la tormenta hasta que la nave naufragó en la Isla de Malta, podrían haber pasado 13 días, una hora y 21 minutos. 2 Lucas, el autor de Los Hechos de los Apóstoles, afirma que se tardó 14 días (Hechos 27.27, 27.33): una escasa diferencia de algunas horas. Es decir, la conclusión basada en lo que Smith investigó en el siglo XIX y lo que Lucas describió en el siglo primero coinciden. 

Evidencia certera de un testigo presencial

Es llamativa la cercanía entre los trece días calculados por Smith basándose en el material bíblico y los catorce días mencionados por Lucas. Tal coincidencia confirma la precisión que Lucas era capaz de alcanzar como cronista. Recordemos que en este caso él escribe como testigo presencial, ya que se incluye entre el grupo de los viajeros, usando “nosotros” (por ejemplo, en Hechos 27.27: “Ya habíamos pasado catorce noches a la deriva por el mar Adriático cuando a eso de la medianoche los marineros presintieron que se aproximaban a tierra”). Al escribir en la primera persona (“nosotros”), Lucas se incluye entre los que habían estado en el barco durante la tormenta. De la misma manera, él se introduce en la narrativa en otros episodios del Libro de los Hechos ( Hechos 16.10-16, 20.5-8, 20.13-15, 21.1-18). Es testigo presencial de gran parte de los eventos de “Los Hechos de los Apóstoles” y da evidencia de ser un cronista cuidadoso y organizado.

¿Qué lugar ocupa El Libro de los Hechos en la historia bíblica?

Los Hechos es el único relato en la Biblia de las tres primeras décadas del cristianismo y es una digna continuación del Evangelio de Lucas. Allí, en el primer tomo de su crónica, Lucas describe su metodología: “después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes […] he decidido escribir para ti, ilustre Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido”. 3 Él dedica ambos tomos al “ilustre Teófilo” (Lucas 1.1-2, Hechos 1.1), posiblemente un oficial romano. Lucas quería escribir un relato sólido acerca de Jesús en su evangelio de una manera “ordenada”, valiéndose de “testigos oculares y servidores de la Palabra” (Lucas 1.2). Esta metodología continúa en el segundo tomo de su obra, El Libro de los Hechos, donde, por ejemplo, es llamativa la manera en que él se esmeró en cuidar los detalles del relato del naufragio narrado en el capítulo 27. La obra de James Smith del siglo XIX, da evidencia de la meticulosidad de Lucas como cronista. Su investigación nos da evidencia sólida para tomar en serio la intención de este autor: comunicar la verdad acerca de Jesús (el Evangelio de Lucas) y las tres primeras décadas del cristianismo (Los Hechos de los Apóstoles).  En la próxima entrega veremos más evidencia de la capacidad de Lucas como cronista en El Libro de los Hechos.

Agradecemos a uno de los “grupos hogareños” de la Iglesia de Cristo de Caballito por haber motivo esta entrada en “Biblia y teología”. 

Cursos Online

Si te interesa aprender más acerca de la Biblia, te invitamos a nuestros cursos online disponibles a continuación.

Parte 4: ¿En qué consiste una relación de pareja legítima?

Parte 4: ¿En qué consiste una relación de pareja legítima?

Desde un ambiente jerárquico en cuanto a la sexualidad

Recordemos de las entregas anteriores (1, 2, 3) que en la sociedad grecorromana (de la cual Corinto formaba parte) las relaciones de pareja se caracterizaban por el verticalismo  –la jerarquía– en el sentido que era aceptable para la persona que gozaba de más autoridad o poder social satisfacerse sexualmente con el cuerpo de la persona que tenía menos. Esto se veía especialmente en aquella cultura, la cual en gran medida se basaba en la esclavitud. El amo tenía autoridad sobre el cuerpo de su esclavo, sea hombre o mujer. Y, ya que las prostitutas solían provenir del rango de la esclavitud, frecuentarlas era una manera socialmente aceptable para que los hombres satisficieran el impulso sexual. Es decir, la prostitución se consideraba aceptable, pero no era una relación legítima en el sentido legal. Solamente la relación con la esposa, una mujer honrada era legítima para poder tener hijos y herederos conforme a las leyes. Cuando el apóstol Pablo se dirige a los cristianos de Corinto, les presenta un panorama muy diferente en cuanto a la relación de pareja. 

El apóstol Pablo responde a una pregunta 

Cuando empezamos a leer el capítulo 7 de la primera epístola a los corintios, vemos que Pablo contesta preguntas sobre el matrimonio, además de otros puntos que aparecen a lo largo del resto de la epístola. Nos limitamos a considerar la primera duda que los corintios le han planteado: 

1 En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno es para el hombre no tocar mujer. 2 No obstante, por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.  3 Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. 4 La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 5 No os privéis el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicaros a la oración; volved después a juntaros a fin de que Satanás no os tiente por causa de vuestra falta de dominio propio. 6 Mas esto digo por vía de concesión, no como una orden. 7Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yo. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de esta manera y otro de aquélla.

1 Corintios 7.1-7, Biblia de las Américas

La primera pregunta que han formulado los cristianos de Corinto a Pablo es: “¿Es bueno para el hombre no tocar mujer?”. Así traduce literalmente del griego una frase que en el contexto significa: Es bueno para el hombre no tener relaciones sexuales. Pablo concede que está bien no tener relaciones sexuales, e incluso cuando afirma que desearía que todos fueran como él (versículo 7) se refiere a su propia práctica del celibato, reconociendo al mismo tiempo que esta condición no es para todos. 

Es imposible deducir con seguridad el origen de esta pregunta que los cristianos corintios le han formulado a Pablo. ¿Sería que al enterarse de que existen parámetros diferentes para la sexualidad dentro del cristianismo, algunos piensan que el sexo en sí es malo? ¿Sería por eso que preguntan si está bien tener relaciones sexuales?

O, como afirman algunos autores, ¿la idea de la castidad incondicional surge del estoicismo, una filosofía influyente de la época en esta región? ¿La influencia de maestros estoicos motiva la pregunta de los corintios? No podemos saber con seguridad el porqué de la pregunta, pero sí está clara la respuesta: lo que Pablo va a enseñar surge debido a las varias formas de inmoralidad sexual aceptadas en la sociedad grecorromana. Su enseñanza surge “por razón de las inmoralidades”. 

¿En qué consistían estas inmoralidades? En el griego corriente de esta época, inmoralidad (porneia) se refería a cualquier relación sexual fuera del matrimonio. En este caso el autor usa el plural, “inmoralidades”. ¿A qué se debe esta pluralidad? En el contexto de los capítulos anteriores (1 Corintios 5 y 6), las inmoralidades incluyen incesto, adulterio (definido como infidelidad de uno de los dos cónyuges), relaciones homosexuales entre varones y prostitución (ver la entrega 3). Ahora Pablo especifica que debido a estas clases variadas de inmoralidad sexual “que cada uno tenga su esposa y cada una tenga su marido”. 

¿Hombre o esposo, mujer o esposa?

Aquí surge un detalle del griego que es necesario mencionar. Literalmente la palabra “esposa” (guné) significa mujer y se usa en el mismo sentido en el que actualmente en castellano un marido puede hablar de su esposa o su mujer. Son sinónimos cuando ambos términos se refieren a la cónyuge femenina. No obstante, guné también puede referirse a cualquier mujer, no solamente la esposa. El contexto determina cuál de los dos sentidos se entiende. De la misma manera, la palabra traducida como “marido” (anēr) también puede significar simplemente varón. Si es así, ¿por qué en este versículo ninguna versión de la Biblia en español traduce en el 7.2 de la siguiente manera: que cada uno tenga su mujer y cada una su varón?

En primer lugar, antes de despedirnos de esta posible traducción, es importante rescatar el sentido básico de los términos griegos: anēr (varón) y guné (mujer), ya que una de las formas de inmoralidad que se había nombrado en el capítulo 5 era justamente la homosexualidad entre varones. Aquí en el 7.2 Pablo establece que solamente es legítima una pareja heterosexual, es decir, un varón con una mujer, una mujer con un varón. Él avaló justamente la relación heterosexual estable por causa de las “inmoralidades sexuales”, las que en 1 Corintios 5.9 incluían las relaciones sexuales entre varones. 

Pero más allá de este sentido básico, ¿cómo sabemos que en el 7.2 guné (mujer/esposa) se usa en el sentido de esposa y anēr (varón/marido) se emplea en el sentido de marido? Se deduce por el contexto.

Sabemos que Pablo se refiere a la relación heterosexual entre cónyuges, porque eventualmente dirá que, si una pareja de novios no puede controlar su impulso sexual, entonces “que se casen” (1 Corintios 7.9); es decir, que formalicen su relación. En este caso el marido será el varón que la mujer tiene como “propio”, y la esposa será la mujer que el varón tiene como “propia”. Los adjetivos que se traducen como “propios” (7.2) sugieren exclusividad y dan a entender que cualquier práctica sexual fuera de esta relación conyugal no es legítima. El “propio varón” es el marido; la “propia mujer” es la esposa. 

Un relato de la vida de Jesús 

Podemos ver un ejemplo esclarecedor del evangelio de Juan. El doble sentido del término anēr (varón/marido) es evidente en el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana. En un momento de la conversación, leemos lo siguiente:

Jesús le respondió: “Ve, llama a tu marido y vuelve aquí”.

La mujer le respondió. “No tengo marido”.

Jesús continuó “Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad”.

Juan 4.17-18

Como hemos visto, la palabra traducida como “marido”, anér, también podría traducirse como varón. Entonces, ¿por qué no traducimos estos versículos de la siguiente manera?

“Ve, llama a tu varón y vuelve aquí”.  

“No tengo varón”.

“Tienes razón al decir que no tienes varón, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu varón”. 

Esta traducción es imposible por una sencilla razón. En la frase “el que ahora tienes”, se utiliza un pronombre relativo masculino (“el que”) y por lo tanto necesariamente se refiere a un “varón”, pero Jesús no considera a este “varón” legítimo: “no es tu varón”. Por lo tanto, cuando dice que “el que tienes ahora…no es tu varón (anēr)” quiere decir: “no es tu marido (anēr)”, así como está correctamente traducido el término en todas las traducciones al español de este versículo. En el judaísmo de Samaria, donde se manejaban exclusivamente por la Torá en materia religiosa, una mujer podría volver a casarse después de quedarse viuda o después de haber sido divorciada. Evidentemente esta mujer había tenido cinco relaciones conyugales, pero ahora vivía con otro hombre sin formalizar la relación. Ella “lo tenía”, pero no era su marido. Jesús no está negando el género de su pareja, sino la legitimidad de la relación. Es decir, su compañero es varón pero no es marido. Para Jesús, tener a alguien no es lo mismo que estar casado. El hecho de «estar con alguien» no constituiría el matrimonio a sus ojos.

El varón propio de una; la mujer propia de uno 

Encontramos este mismo sentido aquí en la Epístola a los Corintios 7.2. Tener el “propio varón” (esposo) de una mujer o la “propia mujer” (esposa) de un hombre es una relación duradera y seria: un matrimonio que no admite terceros. Pablo exhorta a la pareja de novios que no puede controlar sus impulsos sexuales a casarse (1 Corintios 7.9), a entregarse a una relación de pertenencia mutua, duradera y seria. En la próxima parte de esta respuesta veremos que para Pablo tal “pertenencia” no significa jerarquía sino más bien reciprocidad e igualdad.

Nuevamente agradecemos a Nicole y otras personas por motivar esta serie de preguntas y respuestas. 

Cursos Online

Si te interesa aprender más acerca de la Biblia, te invitamos a nuestros cursos online disponibles a continuación.

Parte 3, Legitimidad en la relación de pareja: ¿Cuál es la definición del apóstol Pablo?

Parte 3, Legitimidad en la relación de pareja: ¿Cuál es la definición del apóstol Pablo?

Relaciones de poder en la sexualidad entre los gentiles

El judaísmo en tiempos bíblicos, dividía la humanidad entre judíos y “gentiles”, i.e. “las gentes” o “naciones”. En el Tanaj se relata cómo Dios había elegido a Israel como su pueblo; Jesús, en cambio, construiría a su pueblo, la Iglesia, de entre todas las naciones (Mateo 16.18; 28.18-20). Los primeros conversos al cristianismo eran judíos monoteístas; en cambio, los gentiles eran politeístas y tendrían que aprender primeramente que existe un solo Dios verdadero. En cuanto a las relaciones de pareja, en la cultura grecorromana existía el matrimonio, pero en cuanto a satisfacción sexual en sí, era una sociedad verticalista.

Un factor determinante.

El manejo del poder era un factor determinante en cuanto a la legitimidad de las relaciones sexuales. Un amo, por ejemplo, podía mantener relaciones sexuales con su esclavo o esclava. De hecho, la prostitución en la cultura grecorromana era en gran medida con esclavas y se consideraban la manera más apropiada de satisfacer la sexualidad y de esta manera resguardar la castidad de las mujeres libres, candidatas legítimas para el matrimonio. Los templos politeístas y el ambiente del banquete grecorromano incluían amplias oportunidades para tener relaciones con los de menos poder. En cambio, las relaciones matrimoniales existían sobre todo para producir herederos y ciudadanos, es decir perpetuar la casa y la sociedad (ver la parte 1 de esta serie). 

¿En qué consiste la “inmoralidad” en las relaciones de pareja? 

¿Cómo encara el “apóstol a los gentiles” la enseñanza de cristianos nuevos provenientes de la cultura grecorromana en vez del judaísmo? En primer lugar, en su papel de apóstol a las naciones, él toma como punto de partida las enseñanzas de la Torá4 en cuanto a las relaciones de pareja y las inculca en las comunidades cristianas gentiles. Esto es evidente sobre todo en su primera epístola a la iglesia de Corinto. En los capítulos 5 al 7, varias veces alude a enseñanzas de Levítico 2 y otras partes de la Torá para definir en qué consiste la “inmoralidad sexual” (porneia en griego).

El incesto: Primero el apóstol Pablo condena el incesto. Dice que en la iglesia de Corinto un hombre se había casado con su madrastra, una práctica inmoral que no era aceptable “ni siquiera entre los gentiles”. Al condenar al cristiano de Corinto que tenía como mujer a la esposa de su padre (1 Corintios 5.1), alude a Levítico 18.8: “no tendrás relaciones sexuales con la esposa de tu padre…”. Recurriendo a su autoridad apostólica, ordena “expulsar” al incestuoso de la comunidad (1 Corintios 5.1-5), con la esperanza de que tome conciencia, cambie y se salve. 

El adulterio: En 1 Corintios 6.9 condena al “adúltero”, término que actualmente se entiende como la persona casada que tiene relaciones sexuales con alguien que no es el esposo/esposa. Dentro de la cultura clásica griega, el adúltero “violaba” la condición “honorable” de la mujer “libre”. En sí, el adulterio era un delito contra el esposo de la mujer involucrada: era una ofensa de un varón contra otro. 3 Jesús, en cambio, ya había puesto en iguales condiciones a los “adúlteros” masculinos y femeninos (Marcos 10.11-12).

Relaciones sexuales entre dos varones: También Pablo incluye como “inmorales” a las relaciones homosexuales masculinas. Para esto emplea dos términos en 1 Corintios 6.9.4 Uno de estos términos es “malakos” que significa “blando” o “suave” y en este contexto se traduce como “afeminado”. Específicamente malakos se refiere al hombre que ocupa un papel pasivo en un encuentro homosexual masculino. El otro término “arsenokoítēs” [se compone de “arsēn” (varón) y “koiteomai” (acostarse)] es un vocablo que el apóstol deriva de Levítico 18.22 y Levítico 20.13 en la traducción al griego del Tanaj,5 donde se prohíbe al varón acostarse “con otro varón como si fuera una mujer”. Evidentemente con este segundo término, arsenokoítēs, se refiere al papel más activo o dominante (en contraste con malakos) en un encuentro homosexual masculino. Se traduce en la versión Reina Valera como “los que se acuestan con hombres”.   

Tomados en su conjunto estos dos términos, “afeminados” y “los que se acuestan con hombres”,  en la cultura grecorromana podrían referirse en algunos casos a una relación de índole sexual entre amo y esclavo, ambos siendo varones. Recordemos que la satisfacción sexual de un ciudadano con una persona de menos poder, esclavo o esclava, era aceptable en aquella sociedad. Como apóstol a los gentiles, Pablo condenó este tipo de relaciones, al punto de afirmar que los que las practicaban no entrarían en el reino de Dios. Esto fue una advertencia tan severa como la expulsión del incestuoso de la iglesia en 1 Corintios 5.1-5. 

Algunos de la comunidad cristiana de Corinto habían participado de varios de estos distintos tipos de inmoralidad sexual, pero habían sido “lavados, santificados y justificados” (1 Corintios 6.11). Es decir, habían abandonado estas costumbres como una decisión necesaria para tener a Jesús como su Señor. Sin embargo, no eran, en cambio, estos tipos de inmoralidad sexual peores pecados que otros que del mismo modo descalificaban a uno de entrar al reino de Dios. El apóstol incluye a los que practicaban practicaban estos tipos de inmoralidad sexual como “malvados”, en condiciones iguales con “los idólatras, ladrones, avaros, borrachos, calumniadores y estafadores” (1 Corintios 6.9-10). (Seguramente todos los componentes de esta lista merecen un tratamiento especial para tomar conciencia de la necesidad de evitarlos.)

Prostitución femenina: Luego el apóstol incluye entre lo que es “inmoral”, a la prostitución femenina, recurriendo nuevamente a la Torá (Génesis 2.24, citado en 1 Corintios 6.16). En el judaísmo, “cometer inmoralidad sexual” en un principio se refería a la prostitución, pero llegó a entenderse como “tener relaciones sexuales fuera del matrimonio”, i.e. no ser casto.6  En el imperio romano un alto porcentaje de prostitutas eran esclavas; tal vez un tercio de los habitantes del imperio vivían en la esclavitud,7  y en la ciudad de Roma un veinte por ciento vivían en esta condición.8

Al condenar el apóstol Pablo la prostitución como una práctica inaceptable para los cristianos, el contraste con el mundo gentil es marcado, ya que en el mundo grecorromano las relaciones sexuales con una esclava dedicada a la prostitución se consideraban normales para los ciudadanos masculinos (ver parte 1). 

¿Qué cambia introduce el nuevo paradigma cristiano para la relación de pareja legítima?

El apóstol a las naciones, aplicando enseñanzas extraídas de la Torá, ha encapsulado como inmoralidad sexual a varias actividades: incesto, adulterio, relaciones homosexuales masculinas y prostitución. ¿Incluiría en esta lista «cosas semejantes a estas» (como hace en otra lista en Gálatas 5.21)? Todas las que él mencionó merecían expulsión de la comunidad cristiana para lograr que el ofensor recapacitara y evitara un destino eterno fuera del reino de Dios. Pablo enseñó que ya que existían tantas clases de “porneia” (inmoralidad sexual) “que cada hombre tenga su propia esposa y cada mujer tenga su propio esposo” (1 Corintios 7.1-2). Es decir, como Enviado por Jesús a los gentiles, el apóstol Pablo definió una relación de pareja legítima como la heterosexual entre cónyuges, varón y mujer. En vez de una relación verticalista, en la que el más poderoso se satisface sexualmente con el de menos poder, propuso una relación entre iguales. El marido cristiano ya no buscaría satisfacerse en relaciones extramatrimoniales con personas de menos poder social, específicamente esclavos, sean mujeres u hombres. El sentido del sexo en el matrimonio ya no será sencillamente para procrear, como se acostumbraba en la cultura grecorromana, sino para satisfacerse mutuamente. De esto hablaremos en las próximas entregas. 

Muchas gracias, Nicole, por el diálogo que ha motivado esta respuesta. 

Cursos Online

Si te interesa aprender más acerca de la Biblia, te invitamos a nuestros cursos online disponibles a continuación.

Parte 2. Legitimidad en la relación de pareja: ¿cómo cambia con el advenimiento del cristianismo?

Parte 2. Legitimidad en la relación de pareja: ¿cómo cambia con el advenimiento del cristianismo?

En la Parte 1 de esta respuesta exploramos un poco en torno al concepto de la relación de pareja en la cultura grecorromana clásica. Para entender el impacto del cristianismo sobre el concepto del matrimonio en este ambiente, debemos remontarnos a sus raíces hebreas.

El Tanaj hebreo y las Escrituras Griegas

La Biblia cristiana puede dividirse en el Tanaj hebreo (el Antiguo Testamento) y las Escrituras Griegas (el Nuevo Testamento). El Tanaj es la recapitulación de diversas obras escritas a lo largo de los siglos, las que los creyentes actuales aceptamos como revelación divina.
Al inicio del Tanaj, el Génesis relata el primer matrimonio, entre Adán y Eva, una unión cuyo inicio no cuenta con evidencia de ceremonia alguna (Génesis, capítulo 1 y 2). El Génesis también narra las historias de los patriarcas hebreos, quienes se casaron sin recurrir a un registro civil u otras modalidades convencionales. Por ejemplo, después de la muerte de Sarah, la esposa de Abraham, el hijo de ambos, Isaac, llevó a su comprometida, Rebeca, “a la carpa de Sara, su madre y la tomó por esposa…. y así él se consoló de la muerte de su madre” (Génesis 24.67). Para no ser vista por Isaac antes de casarse, Rebeca se cubrió con un velo (Génesis 24.65), acción que con el tiempo se convirtió en una práctica común entre las novias en el momento de casarse. Este relato del Génesis deja la sensación que no hubo ceremonia nupcial entre Isaac y Rebeca, pero la Biblia los presenta claramente como un matrimonio. Con el correr de los siglos, Levítico, el tercer libro de la Torá (la “Ley de Moisés”), definió estrictamente las relaciones de pareja permitidas según la revelación divina y las que no lo eran. En Levítico solamente ciertas uniones heterosexuales eran legítimas; las uniones entre varones condenadas. Con el tiempo la tradición rabínica entendió que esta prohibición también abarcaba la unión entre mujeres.

Jesús y la herencia del Tanaj

Cuando avanzamos varios siglos hasta la época de Jesús, es necesario reconocer que él vivió toda su vida dentro de los límites culturales y geográficos del judaísmo, en lo que en la actualidad es el país de Israel.
En sus enseñanzas Jesús no disentía con la ley de Moisés y los profetas judíos en cuanto a la relación de pareja. Más bien, él buscaba cumplir la ley de Moisés, es decir, presentarlo en su verdadero sentido (Mateo 5.17). Asimismo, él aclaró que el infringir las leyes mosaicas en cuanto a la fidelidad conyugal entre hombre y mujer era un mal que nacía del corazón: era más profundo que la simple acción del adulterio (Mateo 5.27-30, Marcos 7.21-23). Por otra parte, no hacía falta que él enseñara acerca de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, ya que en el contexto judío en el cual él se movía, tales uniones directamente no se permitían y eran condenables. Es en este contexto judaico donde se registran las enseñanzas de Jesús en la segunda parte de la Biblia, el Nuevo Testamento, específicamente en los primeros cuatro libros: los Evangelios. El resto del Nuevo Testamento relata hechos posteriores a su resurrección y define aún más la enseñanza cristiana con respecto a la legitimidad en las relaciones sexuales.

Un movimiento que supera los límites geográficos y culturales de Israel

Después de la resurrección de Jesús, con el tiempo la composición del “pueblo de Dios” dejaría de ser estrictamente judía para abarcar a personas de distintos orígenes étnicos y culturales que reconocen a Jesús como Señor. Esta comunidad internacional se llamaría “la Iglesia”, la cual Jesús se había propuesto “construir” entre personas de todas las naciones (Mateo 16.18, 28.18-20). Sin embargo, estaba en los planes de Dios comenzar dicha construcción internacional después de la resurrección y ascensión de Jesús. Los primeros apóstoles serían “testigos de su resurrección” (Hechos 1.7-8, 21-22; ), ya que la existencia de la Iglesia dependería de la muerte, resurrección y ascensión de Jesús al cielo. Desde allí, nuevamente reunido con el Padre como soberano del universo, Jesús enviaría al Espíritu Santo a la tierra; el Espíritu junto con los apóstoles son los “testigos de la resurrección de Jesús” (Hechos 5.32), el hecho histórico que confirma la veracidad de sus enseñanzas y autoridad como Hijo de Dios.

El apóstol a las naciones

Después de la resurrección de Jesús, un personaje clave que Él empleó en la difusión de su movimiento fue el “apóstol a las naciones”, Pablo. Cuando Jesús llamó a Pablo (c. 33 AD), éste era su enemigo intransigente. De hecho, en el momento de su llamamiento, Pablo iba camino a encarcelar a los cristianos cuando un encuentro directo con el Jesús resucitado puso en evidencia su error. Así, a la fuerza él tomó conciencia de que Jesús no fue solamente un hereje crucificado; a Pablo se le había aparecido un ser viviente, el Señor resucitado de entre los muertos y eternamente vivo (ver Hechos 9.1-18, 22.1-21, 26.9-18). Ante esta evidencia, Pablo se transformó de perseguidor acérrimo de los cristianos en promotor infatigable de la fe en Jesús. Su nuevo Señor le asignó una misión única: “te envío a las naciones” (Hechos 22.21). ¿En qué consistían las naciones? ¿A dónde mandó Jesús a Pablo? ¿Qué pasaría cuando este apóstol a los gentiles, formado en la Torá de Israel, se encuentra con la cosmovisión grecorromana en cuanto a las relaciones sexuales?
Leeremos de la misión del apóstol Pablo a los Naciones y cómo definió la legitimidad en la relación de pareja en la próxima entrega.

Deseamos expresar nuestro agradecimiento a Nicole y a otras personas por haber motivado esta respuesta.

Cursos Online

Si te interesa aprender más acerca de la Biblia, te invitamos a nuestros cursos online disponibles a continuación.