A diferencia del sábado en el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento introduce otro sentido para la frase «día del Señor» .
El día «Domingo» significa «día del Señor», pero no en el mismo sentido del Antiguo Testamento, puesto que no es un día de descanso. Fue más bien el día en el cual Jesús «dominó» la muerte cuando resucitó.
Día del Señor como intervención divina.
La frase «día del Señor» aparece en diferentes partes de la Biblia con distintas acepciones. En el Nuevo Testamento, la mayoría de las veces la frase que traducimos como «del Señor» es «tou kuriou» en griego y se refiere a la intervención de Dios para juzgar. Un día de intervención de Dios puede referirse a un juicio realizado en algún momento determinado en la historia. A lo largo del Antiguo Testamento el «Día del Señor» se refería a la intervención de Dios para juzgar a alguna nación (o naciones). Por otro lado, el «Día del Señor» también puede referirse al día del juicio final en la consumación de los tiempos.
Dia del Señor como día del Señor Jesús.
Sin embargo, hay otra expresión en el Nuevo Testamento, kuriakós, que se traduce como «del Señor». Este adjetivo podría expresarse quizás como «señorial» en español; sin embargo en las Biblias se traduce como «del Señor». Kuriakós aparece sólo dos veces en el Nuevo Testamento, en 1 Corintios 11.20, para referirse a la Cena del Señor, y en Apocalipsis 1.10 para hablar del Día del Señor. Hacia fines del primer siglo, Juan recibió su visión del Apocalipsis en el «Día del Señor», expresión que en aquella época ya se entendía como «domingo». Al traducirse kuriakós al latín como dominicus, nos quedó en español la palabra «domingo» para referirse al día del Señor. Jesús llegó a ser reconocido como Señor ese día porque fue cuando señoreó sobre la muerte: la venció, la dominó. Al resucitar, Jesús fue declarado “Hijo de Dios con poder” (Romanos 1.3-4) y los que creemos en su resurrección creemos que Él es «el Señor» (Romanos 10.6-10) y recordamos su día.
¿Cuál es el «día de descanso» entonces para los cristianos?
La carta a los Hebreos nos ayuda a contestar esta pregunta. Esta epístola compara la ley de Moisés con el nuevo pacto que trajo Jesús. Lo nuevo supera ampliamente lo antiguo. Por ejemplo, en la carta a los Hebreos se afirma que ahora hay un nuevo sumo sacerdote, mejores sacrificios (el de Jesús en la cruz en vez de sacrificios de animales), un nuevo pacto, un nuevo camino y un nuevo día de descanso. Hebreos dice que en vez del séptimo día, Dios señala otro día: el día de «hoy» (ver Hebreos 4.1-7, donde dice que «Dios ha vuelto a señalar, o ‘decretar’, un día«). Nuestro día de descanso no es un día de la semana, como sucedía bajo el Antiguo Pacto. Es el «día de hoy«, la época del Nuevo Pacto, en el cual uno descansa de sus obras y tiene paz con Dios. Y, «hoy» si uno es fiel al Señor, entra en su «reposo», la vida que comparte con el Señor. Así como no estamos con el antiguo sumo sacerdote o el antiguo pacto, sino con Jesús como sumosacerdote del nuevo pacto, ahora estamos con el nuevo día, «hoy», que se contrasta con el sábado (mencionado como ejemplo del antiguo orden) en esta epístola. Se encuentra el uso de «hoy» en Hebreos 3.7, 3.13, 3.15, 4.7).
¿Entonces…por qué nos reunimos los domingos?
Si el día de descanso es “hoy” y no en sí sábado o domingo, ¿por qué nos reunimos los domingos? Es sencillamente porque seguimos el ejemplo de los primeros cristianos, quienes se reunían en el «día del Señor» porque es el día que Jesús dominó la muerte como Señor, el Hijo de Dios. Al hacer esto, estamos siguiendo el ejemplo de los mismos apóstoles. Ellos estaban reunidos el día que Jesús resucitó (Juan 20.19) y nuevamente una semana más tarde (Juan 20.26 donde, según la costumbre de la época, «ocho días» significa una semana, contando a partir del domingo hasta el domingo siguiente inclusive). Conforme a este ejemplo apostólico, los primeros cristianos se congregan el «primer día de la semana» (domingo) para «partir el pan», una referencia a la Cena del Señor (Hechos 20.7). De manera que la Cena del Señor, que conmemora su muerte, se realiza el Día del Señor, el día que Él resucitó. El ejemplo de los primeros cristianos, entonces, es el de cumplir con la orden “hagan esto en mi memoria” (1 Corintios 11.24), participando de la conmemoración que llega a llamarse la “Cena del Señor” (1 Corintios 11.20). Se reúnen con esta finalidad el «Día del Señor», el día domingo, el día en el cual Jesús «señoreó sobre” la muerte: la venció. De manera que las dos veces que se utiliza el adjetivo kuriakós (señorial o «del Señor») en el Nuevo Testamento, se refiere a la conmemoración de la muerte del Señor y el día de su gloriosa resurrección: «Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga» (1 Corintios 11.26).
La relación entre «Hoy», la Cena del Señor y la reunión dominical.
Una de las citas mencionadas de Hebreos contribuye a entender mejor el por qué de reunirse: «Más bien, mientras dure ese ´hoy´, anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado«. Vemos que «Hoy», es muy ligado al concepto de la comunidad entre los seguidores de Cristo. Por medio de lazos estrechos de hermandad, se ayudan mutua y permanentemente a seguir hacia la meta de la salvación eterna. Encontramos esta idea del aliento mutuo más adelante en Hebreos 10.23-29 donde la costumbre de congregarse es con el fin de estimularse mutuamente a crecer en el amor y las buenas obras, «animándose unos a otros«. Al no reunirse, uno fácilmente olvida su compromiso, confirmado con «la sangre del pacto» (Hebreos 10.29). Estas palabras son una clara alusión a la última cena, cuando Jesús ordenó que recordemos su cuerpo sacrificado por nosotros y «la sangre del nuevo pacto». En este contexto, las reuniones que no debían abandonarse en Hebreos 10.23-29 incluían las dominicales cuando los hermanos se reunían para tomar la Cena del Señor. El hábito de no congregarse despreciaba la manera de recordar a Jesús cómo Él lo ordenó, por medio del Pan y del Vino. Recordemos, entonces, que cada domingo es parte del Hoy en el cual nos animamos unos a otros a recordar nuestro compromiso con el Señor, creciendo en amor y buenas obras.