Las segunda de las bienaventuranzas en el Apocalipsis, Parte 1.

Las segunda de las bienaventuranzas en el Apocalipsis, Parte 1.

La primera de las siete bienaventuranzas del Apocalisis se encuentra casi al principio del libro: “Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 1.3, NBLA)

En esta oportunidad vamos a deternernos a pensar en la segunda bienaventuranza del Apocalipsis, la que comienza con las palabras: 

Bienaventurados los que mueren en el Señor…”.

¿Qué significa morir “en el Señor”?

“Morir ‘en el Señor’ ” quizás suene extraño a nuestros oídos. ¿De que manera se diferencia “morir en el Señor” de simplemente “morir”? Para contestar esta pregunta nos ayudará entender un matiz del griego koiné en el cual se escribió el Apocalipsis y el resto del Nuevo Testamento. La preposición griega “en” (ἐν) a simple vista pareciera ser idéntica a la “en” del idioma español. No obstante, al traducirla, según el contexto en que se emplea, no siempre transmite la misma idea.

Por ejemplo, especialmente en los escritos de dos autores neotestamentarios, los apóstoles Juan y Pablo, “en” (ἐν) delante de un objeto personal denota una relación cercana con una persona de más poder.1 Evidentemente éste es el caso de la frase “en el Señor”, donde “el Señor” es la persona predominante en una relación.No tenemos este uso de “en” en castellano. Veamos ejemplos en los escritos de los dos apóstoles mencionados. 

“En Cristo” en los escritos de Pablo. 

Los que están “en Cristo” son los que tienen una relación con Cristo, es decir, los cristianos2. El objeto de “en” es Cristo, quien predomina en la relación. La relación con Jesús como Señor es tan fuerte que “el que está en Cristo es una nueva criatura” (2 Corintios 5.17). El aspecto relacional de ἐν (en) se comunica en la versión “Palabra de Dios para todos” por medio de la frase “unido a”. .

17Si alguien está unido a Cristo, hay una nueva creación. Lo viejo ha desaparecido y todo queda renovado. (PDT)

La Traducción al Lenguaje Actual traduce de una manera parecida:

17 Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación (TLA).

Pabla escribe sobre los “muertos en el Señor”.

Así como Juan habla de la bienaventuranza de los que “mueren en el Señor”, Pablo escribe acerca de “los muertos en Cristo” en 1 Tesalonicenses 4.16, donde él se refiere a los que han sido fieles hasta la muerte en su relación con Jesús como su Señor:

Resucitarán en primer lugar los que murieron unidos a Cristo

(La Palabra Hispanoamerica) 

Seguramente la esperanza de la resurrección final para los que mueren “en el Señor”, nace de una relación con Cristo que existe a partir de la conversión a lo largo de la vida terrenal. La persona que se  se mantiene fiel en esta relación con el Señor, recibirá la “corona de la vida”: 

“Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida”

(Apocalipsis 2.10)

Veamos como los escritos de Pablo recure a al uso de “en” antes de un objeto personal. En Filipenses 4.13 en la afirmación, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, Pablo quiere decir que gracias a su relación con Cristo, él recibe fuerza para enfrentar todas las circunstancias. Nuevamente el objeto de “en”, Cristo, es el que predomina en la relación. Él le da fuerzas a Pablo de una manera que nadie más podría hacerlo. La “Traducción en lenguaje actual” parafrasea:

“Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones”. 

¿Cuándo inicia una persona su relación “en” Cristo?

Es decir, ¿cuándo “se une a Él”?

En los escritos paulinos la relación comienza en el momento de experimentar el bautismo cristiano. En la epístola a los Romanos capítulo 6, Pablo enseña acerca del bautismo, el cual no puede considerarse como tal a menos que la persona que se bautiza crea (Romanos 6.8)3, es decir, a menos que deposite su fe en el hecho de que Jesús murió y resucitó. “Creyendo” así, con semejante fe y confianza4 el pecador arrepentido podrá recibir el perdón de sus pecados al bautizarse (Hechos 2.38-29, Romanos 6.8). El apóstol Pedro previamente había afirmado que esta promesa es para que “todos los que el Señor quiera llamar”; es decir, es universal (Hechos 2.39). No obstante, para percibir un llamado es necesario poseer raciocinio, ser capaz de creer y arrepentirse (Hechos 2.38). En Romanos Pablo explica que después de bautizarse el nuevo cristiano anda en “novedad” de vida (Romanos 6.4), es decir, tiene una nueva vida eterna “en Cristo Jesús Nuestro Señor”(Romanos 6.23, versión NBLA). En este versículo el aspecto de “relación” a veces inherente a ἐν (traducido aquí como “en”) se expresa como “en unión con” en algunas traducciones contemporáneas. 

El pecado da como pago la muerte, pero Dios da como regalo la vida eterna en unión con nuestro Señor Jesucristo.

(Romanos 6.23, Palabra de Dios para todos).

El pago que da el pecado es la muerte, pero el don de Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús, nuestro Señor.

(Romanos 6.23, Dios habla hoy). 

Recordemos que el objeto de “en” suele ser la persona dominante en la relación. En este caso, se refiere a “Cristo Jesús, nuestro Señor”. Él es el que predomina en la persona que anda en “novedad” de vida luego de bautizarse, y con mucha razón merece el título de “Nuestro Señor”. A diferencia de su forma de vivir antes del bautismo, el Señor debe ser el que manda en la vida del cristiano. Este cambio en la vida se describe como “andar en novedad de vida” por medio de la fe (Romanos 6.8). 

“En mí” en el evangelio de Juan. 

En el evangelio de Juan capítulo 15 este apóstol describe la relación entre Jesús y sus discípulos comparándola con la que existe entre una parra y sus ramas. Si los discípulos “permanecen en Él” (15.2) como Él permanece en ellos” darán mucho fruto. Aquí, como en toda relación, hay un aspecto mutuo (15.4: “en mí” …. “en ustedes”), pero es evidente que el de más poder en la relación es Jesús: Sin Él, “nada pueden hacer”.

Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.

(Juan 15.4, Libro del Pueblo de Dios)

Aquí el verbo “permanecer” resalta la idea de “permanencia” que es inherente a una relación. Nuevamente, “en” + objeto se traduce con la frase “unidos a” en algunas versiones modernas dinámicas:

Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí. (Juan 15.4, Dos habla hoy).

Si ustedes se mantienen unidos a mí, yo me mantendré unido a ustedes. Ya saben que una rama no puede producir uvas si no se mantiene unida a la planta. Del mismo modo, ustedes no podrán hacer nada si no se mantienen unidos a mí. (Juan 15.4, Traducción al lenguaje actual). 

La fidelidad en la relación es también inherente: “Separados de mí, nada pueden hacer” (Juan 15.5, Nueva Biblia de las Americas). 

Si una de mis ramas no da uvas, mi Padre la corta; pero limpia las ramas que dan fruto para que den más fruto. (Juan 15.2).

“Morir en el Señor” en Apocalipsis 14.3

Tomando estos ejemplos de los escritos del apóstol Pablo y del evangelio del apóstol Juan, podemos afirmar que “morir en el Señor” significa llegar hasta el momento de la muerte física manteniendo intacta la fe o la fidelidad a Jesús como el Señor. Así como Jesús lo expresa en Apocalipsis 2.10: “sé fiel hasta la muerte y recibirás la corona de la vida”. Aquí “fiel” traduce el adjetivo “πιστός” (pistós = fiel) que corresponde al verbo (pisteō) mencionado anteriormente. Significa que la persona sigue siendo “fiel” al Señor, sigue confiando en Él y vive en una relación de obediente confianza con Él como su Señor. Esta persona recibirá la “corona de la vida”. Aquí “corona” es la del círculo trenzado de hojas de olivo que colocaban sobre la cabeza del que ganaba una carrera. 

Empecemos una vida nueva con Jesús como Nuestro Señor.

Si usted se ha bautizado para unirse con Jesús por medio de la fe (Colosenses 2.12-13), ha comenzado la vida eterna. Pablo llama al acto del bautismo cristiano como el momento en que uno “se reviste” de Cristo. 

“….se han revestido de la nueva naturaleza: la del nuevo hombre, que se va renovando a imagen de Dios, su Creador, para llegar a conocerlo plenamente» (Colosenses 3.10)

Cualquier cristiano continuamente está en la necesidad de renovar la relación que empezó con Jesús el día en el cual se bautizó con fe y arrepentimiento para unirse con Él. Durante toda la vida terrenal vamos aprendiendo lo que significa vivir en una relación con Jesús como Nuestro Señor. La importante es siempre renovar la relación, seguir creciendo y confiando en Él más y más hasta el final.

Seguiremos en la próxima entrega.

Hoy hemos pensado en la primera parte de esta segunda bienaventuranza en el Apocalipsis.

Entonces oí una voz del cielo que decía:

“Escribe: ‘Bienaventurados los muertos

que de aquí en adelante mueren en el Señor’ ”. 

En nuestro próximo entrega, pensaremos acerca de la segunda parte de esta bendición, la respuesta que da el Espíritu Santo. 

  “Sí”, dice el Espíritu, “para que descansen de sus trabajos, porque sus obras van con ellos».

Muchas gracias por acompañarnos. Los esperamos para seguir viendo la segunda bienaventuranza en el Apocalipsis. 

Agradecemos a Carlos por motivar esta entrega. 

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¿Cómo surge el mandamiento de amarse “unos a otros”?

¿Cómo surge el mandamiento de amarse “unos a otros”?

Una frase característica del Nuevo Testamento

El pronombre griego alēlōn (αλληλων), puede traducirse con la frase “unos a otros” y emplearse como un circunstancial de modo, sin impartir instrucciones acerca de un actuar correcto.  Por ejemplo, frases como “se decían unos a otros” aparecen con cierta frecuencia en narrativas del Nuevo Testamento sin transmitir enseñanzas en cuanto a cómo tratarse en comunidad. Por otro lado “unos a otros” sí se utiliza en una cantidad importante de mandamientos o consejos que tienen que ver con el trato mutuo entre hermanos cristianos. Es llamativo que algo parecido no ocurre en la traducción al griego del Antiguo Testamento: este uso surge recién en el Nuevo donde se transmiten las enseñanzas de Jesús y sus apóstoles.

Una necesidad que dio origen a un Nuevo Mandamiento

Evidentemente dicha frecuencia de consejos y ordenes “unos a otros” se remonta al amor de Jesús por sus discípulos (ver Juan 13.1, 13.12-17, 13.34-35). Él vio la forma en la cual ellos eran capaces de tratarse entre sí y, como consecuencia, a los demás. Esto se puede apreciar en el párrafo delimitado por αλληλων (alēlōn) en Marcos capítulo 9 entre los versículos 34 y 50. Marcos a veces organiza su presentación del evangelio en párrafos que comienzan y terminan con un mismo término o idea. En este caso, el párrafo empieza y termina con la necesidad imperiosa de vivir en paz entre hermanos, condición que no existía en el grupo de los doce discípulos originales. Es decir, en la convivencia de Jesús con sus seguidores más allegados, Él vio la necesidad de un Nuevo Mandamento: “ámense unos a otros como yo los he amado a ustedes”. Éste mandamiento del Señor podría ser el origen de una serie de enseñanzas neotestamentarias acerca del trato mutuo entre sus seguidores.

El párrafo citado (Marcos 9.34-50) también demuestra que en un ambiente hostil en el cual es recurrente el conflicto en un grupo, también surge la condenación hacia “los que no son de los nuestros” (Marcos 9.38-41). ¿Sería el nuevo mandamiento acerca del trato entre hermanos la clave que permite amar al prójimo que «no es de los nuestros”?

A continuación aparecen unos sesenta y dos casos en los que “unos a otros” es un elemento imprescindible de los consejos y órdenes acerca del trato mutuo entre cristianos. Dicho trato debe ser un testimonio ante el mundo acerca de la Persona de Jesús y de su Padre. El amor entre cristianos convence al no creyente que Dios envió a su Hijo a salvarnos (Juan 13.34-35, 17.20-23).

Ejemplos de órdenes o consejos AFIRMATIVOS acerca del trato mutuo entre hermanos que emplean el pronombre griego alēlōn:

“Tengan paz unos con otros” (Marcos 9.50)

“Lávense los pies unos a otros” (Juan 13.14)

“Ámense unos a otros” (Juan 13.34, dos veces, 13.35, 15.12, 15.17, Romanos 12.10, 13.8, 1 Tesalonisenses 3.12, 4.9, 2 Tesalonisenses 1.3, 1 Pedro 1.22, 1 Juan 3.11, 3.23, 4.7, 4.11, 4.12, 2 Juan 5)

“Nuestra fe común” (Romanos 1.12)

“Miembros los unos de los otros” (Romanos 12.5, Efesios 4.25)

“Somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros” (Romanos 12.5)

“Con honra unos con otros” (Romanos 12.10)

“Unánimes unos con otros” (Romanos 12.16)

“Procuren las cosas que conduzcan a la paz y la edificación unos a otros” (Romanos 14.19)

“Que … Dios … les conceda vivir juntos en armonía”  (Romanos 15.5)

“Acéptense unos a otros así como Cristo los ha aceptado”. (Romanos 15.7)

“Tienen todo el conocimiento necesario para poder aconsejarse [instruirse, amonestarse] unos a otros” (Romanos 15.14)

“Salúdense unos a otros” (Romanos 16.16, 1 Corintios 16.20, 2 Corintios 13.12, 1 Pedro 5.14)

“Espérense unos a otros” (1 Corintios 11.33)

Los miembros del cuerpo deben “preocuparse, interesarse unos por otros” (1 Corintios 12.25)

“Sírvanse unos a otros” (Gálatas 5.13)

“Llévense las cargas unos a otros” (Gálatas 6.2)

“Tolérense unos a otros” (Efesios 4.2, Colosenses 3.13) 

“Sean benignos unos con otros” (Efesios 4.32)

“Sujétense unos a otros” (Efesios 5.21, 1 Pedro 5.5)

“Considérense inferiores unos de otros” (Filipenses 2.3)

“No se mientan unos a otros” (Colosenses 3.9)

“Anímense unos a otros…” (1 Tesalonicenses 4.18)

“Anímense y edifíquense unos a otros…” (1 Tesalonicenses 5.11)

“Procuren siempre el bien unos con otros” (1 Tesalonicenses 5.15)

“Considérense unos a otros para buenas obras” (Hebreos 10.24)

“Confiésense sus faltas unos a otros” (James 5.16)

“Oren unos por otros” (James 5.16)

“Sean hospitalarios unos con otros” (1 Pedro 4.9)

“Tenemos comunión unos con otros” (1 Juan 1.7)

Ejemplos de LLAMADAS DE ATENCIÓN O ADVERTENCIAS acerca del trato mutuo entre hermanos que emplean alēlōn en las cartas apostólicas:

“No juzgarse más unos a otros” (Romanos 14.13) 

“Comerse unos a otros” (Gálatas 5.15)

“Destruirse unos a otros” (Gálatas 5.15)

“Irritarse unos a otros” (Gálatas 5.26)

“Envidiarse unos a otros” (Gálatas 5.26)

“Hablar mal unos de otros” (Santiago 4.11)

“Quejarse unos de otros” (Santiago 5.9)

En su vida anterior se odiaban “unos a otros” (Tito 3.3)

“No se nieguen el uno al otro” (respecto a las relaciones matrimoniales, 1 Corintios 7.5)

El mismo pronombre utilizado para describir el conflicto espiritual entre hermanos en Cristo y COMO AFECTA NEGATIVAMENTE SUS ACCIONES como comunidad. 

Gálatas 5.17 “El deseo de la carne…y el del Espíritu….se oponen el uno al otro de manera que no pueden hacer lo que desean”. 

Agradecmeos a Nicole, cuya pregunta acerca de la definición de una relación legítimia de pareja dio lugar a esta entrega sobre los “unos y otros”. 

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Parte 2, ¿“Los Hechos de los Apóstoles” es un relato fidedigno? La despedida del Apóstol Pablo de los ancianos de Éfeso.

Parte 2, ¿“Los Hechos de los Apóstoles” es un relato fidedigno? La despedida del Apóstol Pablo de los ancianos de Éfeso.

Repaso de la entrada anterior

En la entrada anterior vimos que la veracidad del relato del viaje y naufragio de Pablo (en el capítulo 27 del Libro de los Hechos de los Apóstoles) fue confirmada en el siglo XIX por medio de las investigaciones de James Smith. Este erudito bíblico, quien a la vez era navegante de oficio, comparó los detalles del viaje y naufragio relatados en Los Hechos, con lo que él pudo averiguar acerca de las condiciones meteorológicas que solían regir en el siglo primero en el Mediterráneo, además del transporte marítimo, el comercio y las costumbres de la época. Las coincidencias entre las conclusiones de Smith y el relato de Lucas son llamativas y convincentes en cuanto a la veracidad del Libro de los Hechos (véase la entrada anterior ). 

Otra investigación que nosotros mismos podemos hacer 

Sin menospreciar el valor del trabajo exhaustivo que realizó Smith en su época, podemos hacer algo similar sin necesidad de ir al Mediterráneo. No necesitamos más que un Nuevo Testamento o una Biblia. Aquí encontramos en el capítulo 20 de El Libro de los Hechos las palabras del Apóstol Pablo dirigidas a los ancianos de la iglesia de Éfeso, quienes fueron a despedirse de él en la ciudad de Mileto (Hechos 20.17-38). Veremos que hay una manera sencilla de constatar si Lucas realmente registró lo que Pablo les comunicó en esta despedida. 

El discurso del apóstol Pablo en Mileto tiene la particularidad de ser el único dirigido a cristianos en El Libro de los Hechos. Los demás discursos en esta obra, incluyendo los de Pablo mismo, son mayormente defensas del evangelio frente a públicos que sabían poco o nada  acerca de Jesús. Por eso todos los discursos, excepto este, hablan de la muerte de Jesús, su entierro y su resurrección conforme a los planes de Dios. Se remiten a profecías del Antiguo Testamento para confirmar que Jesús es el Mesías prometido, el que debía morir por los pecados de los hombres y resucitar de entre los muertos trayendo el perdón de los pecados, prometiendo la salvación eterna frente al juicio venidero en el fin del mundo. La mayoría de los discursos de Los Hechos instan a los oyentes a arrepentirse de sus pecados y bautizarse para aceptar a Jesús como su Salvador y Señor, siguiéndole a Él de ahí en adelante hacia una nueva forma de vida (ver por ejemplo, Hechos capítulos 2, 3, 7, 13, 17.1-3). 

¿Cómo son las palabras de Pablo al dirigirse a otros cristianos?

En cambio, cuando Pablo se despide de los ancianos de Éfeso, a diferencia de los demás discursos en Los Hechos, no encontramos ninguno de estos temas recurrentes en los otros discursos. ¿Por qué? Simplemente porque en este discurso, a diferencia de todos los demás, él se dirige a otros hermanos de la fe en Jesús, a otros cristianos. Con estos hombres Pablo es mucho más personal, abre su corazón, así como suele hacerlo en sus epístolas destinadas a iglesias y allegados cristianos. No es sorprendente, entonces que una comparación de la despedida a los ancianos de Éfeso y las epístolas de Pablo revele notables coincidencias. 

¿Cuáles son algunos de los puntos en común entre la despedida en Mileto y las epístolas paulinas?

  • Pablo les recuerda en Hechos 20.18, 31 y 34 cómo se ha portado entre ellos (comparar con 1 Tesalonicenses 1.5).
  • Por medio de su propio ejemplo, en el 20.19 él recomienda la humildad a estos dirigentes (comparar con Efesios 4.2, Filipenses 2.3-4).
  • Habla en Hechos 20.19, 31 acerca de las lágrimas que él ha derramado como consecuencia de su ministerio (2 Corintios 2.4; Filipenses 3.18).
  • En Hechos 20.21 Pablo afirma que su prédica es tanto a los judíos como a los griegos (Romanos 1.16 es solo uno de muchos posibles ejemplos). Insta a ambos sectores de sus destinatarios a un sano arrepentimiento (cambio de actitud) con respecto a Dios (2 Corintios 7.9b, Romanos 2.4), junto con la fe (Efesios 1.15, Colosenses 1.4; 1 Timoteo 3.13). 
  • En Hechos 20.24 Pablo habla de “terminar su carrera” (ver 2 Timoteo 4.7). En el mismo sentido, él ha comparado su servicio cristiano como el entrenamiento de un deportista para una carrera (1 Corintios 9.24-27). 
  • El “evangelio de la gracia” (Hechos 20.4) recuerda el papel principal que desempeña la gracia de Dios en la presentación del evangelio en epístolas como Romanos y Efesios
  • En Hechos 20.33 el apóstol habla de la manera en que él ha trabajo con las manos, para no ser una carga a nadie (1 Corintios 9.12, 2 Corintios 7.2, 11.9, 12.17, 2 Tesalonicenses 3.7-10). Por medio del trabajo es posible generar ingresos para ayudar a los necesitados, aconseja Pablo en el 20.35 (Efesios 4.28). 
  • En Hechos 20.31 hace referencia a la constancia de su propio trabajo, “día y noche”. (2 Tesalonicenses 3.8).
  • Habla en Hechos 20.29 de los “lobos feroces”, los falsos maestros, que intentarán acabar con la iglesia de Éfeso (1 Timoteo 1.3-7, 4.1-5).
  • En Hechos 20.28 habla de “la iglesia de Dios” (1 Corintios 15.9, Gálatas 1.13) y se refiere a sus dirigentes como “obispos” (Filipenses 1.1, 1 Timoteo 3.2, Tito 1.7).
  • La relación cercana entre Pablo y los cristianos de Éfeso produce una despedida emotiva en el 20.37 (2 Timoteo 1.4).

Otra prueba de la precisión de Lucas como escritor

La comunicación del Apóstol Pablo cuando habla en persona con otros cristianos (como en este discurso en Mileto) o cuando les escribe en sus epístolas, es de una misma temática y tiene un común estilo. En estos casos las palabras tan personales de Pablo nacen de una fe compartida; provienen de una hermandad experimentada, algunas veces por tiempos prolongados.  Incluso en algunos casos Pablo escribe, o habla, a personas con quienes ha convivido. Por lo tanto, no es sorprendente que Pablo se despida de los ancianos de Éfeso de una manera tan parecida a la que él demuestra cuando se dirige a las iglesias o a personas cercanas como Timoteo, Tito o Filemón. ¿Qué importancia tienen estas coincidencias entre las palabras de Pablo en el discurso a los ancianos de la iglesia de Éfeso y la manera en que él se expresa en sus epístolas?  Esta llamativa similitud indica que Lucas ha registrado con precisión el discurso de Pablo en Mileto. Podemos concluir firmemente que Lucas ha resumido el discurso de Pablo en Mileto como un buen cronista, incorporando matices y palabras pronunciadas por el apóstol mismo en aquel momento. Este narrador relata lo que él mismo presenció al estar en la despedida en Mileto. Igual que en el ejemplo del relato del viaje y naufragio en el capítulo 27 , otra vez podemos distinguir la precisión y el esmero de este escritor cuando comunica los sucesos relatados en Los Hechos de los Apóstoles.

Leemos con confianza los otros discursos en Los Hechos 

De la misma manera, en los demás discursos de este libro, en los cuales los apóstoles y evangelistas anuncian a un público no cristiano la salvación de parte de Dios, ¿no podemos confiar en que Lucas también transmitió lo que en su momento realmente se promulgó? Después de la comparación que acabamos de hacer, con mayor seguridad podemos recurrir a los demás discursos de Los Hechos, para constatar el testimonio de los primeros testigos de los eventos relacionados con Jesús. Al tomar conciencia de la exactitud con la cual Lucas escribía, podemos leer los demás discursos apostólicos con mayor razón, los cuales Lucas ha cuidadosamente investigado y relatado. De esta manera, por ejemplo, podemos saber que la promesa universal de salvación que los testigos apostólicos anunciaron es vigente hasta el día de hoy. Así se afirma en el primer discurso del libro, pronunciado siete semanas después de la resurrección de Jesús. En esta prédica inicial fue el Apóstol Pedro quien predicó a los peregrinos judíos reunidos en Jerusalén. Incluye una promesa universal “para ustedes, para sus hijos y para todos los que Dios quiera llamar”. Al finalizar el primer discurso registrado en Los Hechos de los Apóstoles, Pedro hace hincapié en la crucifixión, entierro y resurrección de Jesús, y concluye de la siguiente manera: 

“Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo». Al oír esto, conmovidos profundamente, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: «Hermanos, ¿qué haremos?». Entonces Pedro les dijo: «Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo.Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame». Y Pedro, con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: «Sean salvos de esta perversa generación».  (Hechos 2.36-40). 

La promesa sigue vigente

Esta promesa, para “todos los que el Señor nuestro Dios llame”, es el tema principal de nuestros breves cursos gratuitos en aula.bibliayteologia.org. En este sitio todos pueden inscribirse gratuitamente y comenzar a conocer sin costo el mensaje de las Sagradas Escrituras. Recomendamos también la serie en el blog bibliayteologia.org “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Para las personas que deseen investigar más a fondo Los Hechos de los Apóstoles, después de completar uno de los cursos online, recomendamos el estudio “El cristianismo en marcha”, el cual es posible retirar en forma impresa en Buenos Aires. 

Nuevamente agradecemos al grupo hogareño de la Iglesia de Cristo de Caballito que motivó estas dos entregas sobre El Libro de Los Hechos

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Parte 1, ¿“Los Hechos de los Apóstoles” es un relato fidedigno? James Smith y el “Viaje y Naufragio de San Pablo”

Parte 1, ¿“Los Hechos de los Apóstoles” es un relato fidedigno? James Smith y el “Viaje y Naufragio de San Pablo”

En el siglo XIX un experimentado marinero, llamado James Smith, decidió investigar la exactitud de la información de Lucas sobre el viaje del apóstol Pablo y su naufragio en la isla de Malta, relatado en el libro de Los Hechos de los Apóstoles. El señor Smith además de su experiencia marinera, fue presidente de la Sociedad de Arqueología de Glasgow (Escocia) y biblista. Se valió de estas tres áreas de conocimiento para sus investigaciones de los eventos que el evangelista Lucas describe en Hechos, capítulo 27. El libro que Smith escribió se llama “The Voyage and Shipwreck of St. Paul5 (El viaje y naufragio de San Pablo), fue publicado por primera vez en 1848 y en cuanto a investigaciones de la exactitud de este relato de Lucas, no ha sido superada hasta el día de hoy. 

¿Cuál fue la metodología de Smith?

Este investigador tomó en cuenta diferentes factores, como el clima del Mediterráneo en la época en que el apóstol Pablo y sus compañeros fueron llevados a bordo de la nave que naufragó en la Isla de Malta. Partiendo del relato de Lucas, Smith consideró asimismo el tipo de nave que se utilizó (un barco granero procedente de Alejandría en Egipto), los vientos de aquella época del año (casi invierno), las corrientes marinas de la zona, el peso de la carga de trigo que transportaba el barco, la probabilidad de tormentas y la distancia de la costa de Malta cuando los pasajeros podrían haber escuchado el oleaje. Es decir, consideró los factores a su disposición y decidió que desde el comienzo de la tormenta hasta que la nave naufragó en la Isla de Malta, podrían haber pasado 13 días, una hora y 21 minutos. 2 Lucas, el autor de Los Hechos de los Apóstoles, afirma que se tardó 14 días (Hechos 27.27, 27.33): una escasa diferencia de algunas horas. Es decir, la conclusión basada en lo que Smith investigó en el siglo XIX y lo que Lucas describió en el siglo primero coinciden. 

Evidencia certera de un testigo presencial

Es llamativa la cercanía entre los trece días calculados por Smith basándose en el material bíblico y los catorce días mencionados por Lucas. Tal coincidencia confirma la precisión que Lucas era capaz de alcanzar como cronista. Recordemos que en este caso él escribe como testigo presencial, ya que se incluye entre el grupo de los viajeros, usando “nosotros” (por ejemplo, en Hechos 27.27: “Ya habíamos pasado catorce noches a la deriva por el mar Adriático cuando a eso de la medianoche los marineros presintieron que se aproximaban a tierra”). Al escribir en la primera persona (“nosotros”), Lucas se incluye entre los que habían estado en el barco durante la tormenta. De la misma manera, él se introduce en la narrativa en otros episodios del Libro de los Hechos ( Hechos 16.10-16, 20.5-8, 20.13-15, 21.1-18). Es testigo presencial de gran parte de los eventos de “Los Hechos de los Apóstoles” y da evidencia de ser un cronista cuidadoso y organizado.

¿Qué lugar ocupa El Libro de los Hechos en la historia bíblica?

Los Hechos es el único relato en la Biblia de las tres primeras décadas del cristianismo y es una digna continuación del Evangelio de Lucas. Allí, en el primer tomo de su crónica, Lucas describe su metodología: “después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes […] he decidido escribir para ti, ilustre Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido”. 3 Él dedica ambos tomos al “ilustre Teófilo” (Lucas 1.1-2, Hechos 1.1), posiblemente un oficial romano. Lucas quería escribir un relato sólido acerca de Jesús en su evangelio de una manera “ordenada”, valiéndose de “testigos oculares y servidores de la Palabra” (Lucas 1.2). Esta metodología continúa en el segundo tomo de su obra, El Libro de los Hechos, donde, por ejemplo, es llamativa la manera en que él se esmeró en cuidar los detalles del relato del naufragio narrado en el capítulo 27. La obra de James Smith del siglo XIX, da evidencia de la meticulosidad de Lucas como cronista. Su investigación nos da evidencia sólida para tomar en serio la intención de este autor: comunicar la verdad acerca de Jesús (el Evangelio de Lucas) y las tres primeras décadas del cristianismo (Los Hechos de los Apóstoles).  En la próxima entrega veremos más evidencia de la capacidad de Lucas como cronista en El Libro de los Hechos.

Agradecemos a uno de los “grupos hogareños” de la Iglesia de Cristo de Caballito por haber motivo esta entrada en “Biblia y teología”. 

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Parte 4: ¿En qué consiste una relación de pareja legítima?

Parte 4: ¿En qué consiste una relación de pareja legítima?

Desde un ambiente jerárquico en cuanto a la sexualidad

Recordemos de las entregas anteriores (1, 2, 3) que en la sociedad grecorromana (de la cual Corinto formaba parte) las relaciones de pareja se caracterizaban por el verticalismo  –la jerarquía– en el sentido que era aceptable para la persona que gozaba de más autoridad o poder social satisfacerse sexualmente con el cuerpo de la persona que tenía menos. Esto se veía especialmente en aquella cultura, la cual en gran medida se basaba en la esclavitud. El amo tenía autoridad sobre el cuerpo de su esclavo, sea hombre o mujer. Y, ya que las prostitutas solían provenir del rango de la esclavitud, frecuentarlas era una manera socialmente aceptable para que los hombres satisficieran el impulso sexual. Es decir, la prostitución se consideraba aceptable, pero no era una relación legítima en el sentido legal. Solamente la relación con la esposa, una mujer honrada era legítima para poder tener hijos y herederos conforme a las leyes. Cuando el apóstol Pablo se dirige a los cristianos de Corinto, les presenta un panorama muy diferente en cuanto a la relación de pareja. 

El apóstol Pablo responde a una pregunta 

Cuando empezamos a leer el capítulo 7 de la primera epístola a los corintios, vemos que Pablo contesta preguntas sobre el matrimonio, además de otros puntos que aparecen a lo largo del resto de la epístola. Nos limitamos a considerar la primera duda que los corintios le han planteado: 

1 En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno es para el hombre no tocar mujer. 2 No obstante, por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.  3 Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. 4 La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 5 No os privéis el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicaros a la oración; volved después a juntaros a fin de que Satanás no os tiente por causa de vuestra falta de dominio propio. 6 Mas esto digo por vía de concesión, no como una orden. 7Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yo. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de esta manera y otro de aquélla.

1 Corintios 7.1-7, Biblia de las Américas

La primera pregunta que han formulado los cristianos de Corinto a Pablo es: “¿Es bueno para el hombre no tocar mujer?”. Así traduce literalmente del griego una frase que en el contexto significa: Es bueno para el hombre no tener relaciones sexuales. Pablo concede que está bien no tener relaciones sexuales, e incluso cuando afirma que desearía que todos fueran como él (versículo 7) se refiere a su propia práctica del celibato, reconociendo al mismo tiempo que esta condición no es para todos. 

Es imposible deducir con seguridad el origen de esta pregunta que los cristianos corintios le han formulado a Pablo. ¿Sería que al enterarse de que existen parámetros diferentes para la sexualidad dentro del cristianismo, algunos piensan que el sexo en sí es malo? ¿Sería por eso que preguntan si está bien tener relaciones sexuales?

O, como afirman algunos autores, ¿la idea de la castidad incondicional surge del estoicismo, una filosofía influyente de la época en esta región? ¿La influencia de maestros estoicos motiva la pregunta de los corintios? No podemos saber con seguridad el porqué de la pregunta, pero sí está clara la respuesta: lo que Pablo va a enseñar surge debido a las varias formas de inmoralidad sexual aceptadas en la sociedad grecorromana. Su enseñanza surge “por razón de las inmoralidades”. 

¿En qué consistían estas inmoralidades? En el griego corriente de esta época, inmoralidad (porneia) se refería a cualquier relación sexual fuera del matrimonio. En este caso el autor usa el plural, “inmoralidades”. ¿A qué se debe esta pluralidad? En el contexto de los capítulos anteriores (1 Corintios 5 y 6), las inmoralidades incluyen incesto, adulterio (definido como infidelidad de uno de los dos cónyuges), relaciones homosexuales entre varones y prostitución (ver la entrega 3). Ahora Pablo especifica que debido a estas clases variadas de inmoralidad sexual “que cada uno tenga su esposa y cada una tenga su marido”. 

¿Hombre o esposo, mujer o esposa?

Aquí surge un detalle del griego que es necesario mencionar. Literalmente la palabra “esposa” (guné) significa mujer y se usa en el mismo sentido en el que actualmente en castellano un marido puede hablar de su esposa o su mujer. Son sinónimos cuando ambos términos se refieren a la cónyuge femenina. No obstante, guné también puede referirse a cualquier mujer, no solamente la esposa. El contexto determina cuál de los dos sentidos se entiende. De la misma manera, la palabra traducida como “marido” (anēr) también puede significar simplemente varón. Si es así, ¿por qué en este versículo ninguna versión de la Biblia en español traduce en el 7.2 de la siguiente manera: que cada uno tenga su mujer y cada una su varón?

En primer lugar, antes de despedirnos de esta posible traducción, es importante rescatar el sentido básico de los términos griegos: anēr (varón) y guné (mujer), ya que una de las formas de inmoralidad que se había nombrado en el capítulo 5 era justamente la homosexualidad entre varones. Aquí en el 7.2 Pablo establece que solamente es legítima una pareja heterosexual, es decir, un varón con una mujer, una mujer con un varón. Él avaló justamente la relación heterosexual estable por causa de las “inmoralidades sexuales”, las que en 1 Corintios 5.9 incluían las relaciones sexuales entre varones. 

Pero más allá de este sentido básico, ¿cómo sabemos que en el 7.2 guné (mujer/esposa) se usa en el sentido de esposa y anēr (varón/marido) se emplea en el sentido de marido? Se deduce por el contexto.

Sabemos que Pablo se refiere a la relación heterosexual entre cónyuges, porque eventualmente dirá que, si una pareja de novios no puede controlar su impulso sexual, entonces “que se casen” (1 Corintios 7.9); es decir, que formalicen su relación. En este caso el marido será el varón que la mujer tiene como “propio”, y la esposa será la mujer que el varón tiene como “propia”. Los adjetivos que se traducen como “propios” (7.2) sugieren exclusividad y dan a entender que cualquier práctica sexual fuera de esta relación conyugal no es legítima. El “propio varón” es el marido; la “propia mujer” es la esposa. 

Un relato de la vida de Jesús 

Podemos ver un ejemplo esclarecedor del evangelio de Juan. El doble sentido del término anēr (varón/marido) es evidente en el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana. En un momento de la conversación, leemos lo siguiente:

Jesús le respondió: “Ve, llama a tu marido y vuelve aquí”.

La mujer le respondió. “No tengo marido”.

Jesús continuó “Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad”.

Juan 4.17-18

Como hemos visto, la palabra traducida como “marido”, anér, también podría traducirse como varón. Entonces, ¿por qué no traducimos estos versículos de la siguiente manera?

“Ve, llama a tu varón y vuelve aquí”.  

“No tengo varón”.

“Tienes razón al decir que no tienes varón, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu varón”. 

Esta traducción es imposible por una sencilla razón. En la frase “el que ahora tienes”, se utiliza un pronombre relativo masculino (“el que”) y por lo tanto necesariamente se refiere a un “varón”, pero Jesús no considera a este “varón” legítimo: “no es tu varón”. Por lo tanto, cuando dice que “el que tienes ahora…no es tu varón (anēr)” quiere decir: “no es tu marido (anēr)”, así como está correctamente traducido el término en todas las traducciones al español de este versículo. En el judaísmo de Samaria, donde se manejaban exclusivamente por la Torá en materia religiosa, una mujer podría volver a casarse después de quedarse viuda o después de haber sido divorciada. Evidentemente esta mujer había tenido cinco relaciones conyugales, pero ahora vivía con otro hombre sin formalizar la relación. Ella “lo tenía”, pero no era su marido. Jesús no está negando el género de su pareja, sino la legitimidad de la relación. Es decir, su compañero es varón pero no es marido. Para Jesús, tener a alguien no es lo mismo que estar casado. El hecho de «estar con alguien» no constituiría el matrimonio a sus ojos.

El varón propio de una; la mujer propia de uno 

Encontramos este mismo sentido aquí en la Epístola a los Corintios 7.2. Tener el “propio varón” (esposo) de una mujer o la “propia mujer” (esposa) de un hombre es una relación duradera y seria: un matrimonio que no admite terceros. Pablo exhorta a la pareja de novios que no puede controlar sus impulsos sexuales a casarse (1 Corintios 7.9), a entregarse a una relación de pertenencia mutua, duradera y seria. En la próxima parte de esta respuesta veremos que para Pablo tal “pertenencia” no significa jerarquía sino más bien reciprocidad e igualdad.

Nuevamente agradecemos a Nicole y otras personas por motivar esta serie de preguntas y respuestas. 

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